EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 33º durante el año


Lecturas: Malaquías 3,19-20 / Salmo 97,5-9 / II Tesalonicenses 3,6-12 / Lucas 21,5-19

Botón homilético: Francisco Quijano

• Los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas presentan, antes de narrar la pasión de Jesús, unas enseñanzas enigmáticas acerca de la destrucción del Templo de Jerusalén y de los tiempos por venir, con insinuaciones sobre el fin de todos los tiempos.

• Estos discursos se pueden situar en relación con sucesos históricos ocurridos y bien conocidos, y también como una proyección velada del porvenir, envuelta en lenguaje apocalíptico, es decir, una forma de hablar de la finitud del tiempo histórico y de la consumación de todo lo que existe.

• Los hechos históricos ocurridos y conocidos son, en primer lugar, la conquista de Jerusalén por el emperador Tito el año 70 y su destrucción. A eso alude el dicho de Jesús: «Llegará un día en que todo lo que contemplan será destruido y no quedará piedra sobre piedra». Desde entonces la religión judía no cuenta con un templo, su liturgia se desarrolla en sinagogas por todo el mundo.

• Otro hecho histórico comprobado es la persecución contra los cristianos, que fue iniciada por los judíos fariseos fanáticos – ejemplo claro es el caso de Saulo antes de su conversión – y luego por los emperadores romanos, Nerón en el año 64 fue el primero.

• La proyección del futuro es enigmática y velada. Los cataclismos naturales y las guerras entre naciones son una forma de decir, con lenguaje apocalíptico, que las realidades de este mundo no son eternas, finitas y algún día, no sabemos cuándo, acabarán, o se transformarán, como creemos los cristianos, pero tampoco sabemos cómo será esto.

Entre tanto, ¿qué actitudes tomar? ¿qué nos corresponde hacer? Dos cautelas son lo esencial: no dejarse engañar y mantenerse firmes en la esperanza.

• Dice Jesús: Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos usurparán mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías. Ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida. En dos palabras: tener lucidez y estar alerta.

Un poema de Gabriel Zaid, Resplandor último, dice cómo en la luz final toda realidad finita es salvada:

La luz final que hará
ganado lo perdido.

La luz que va guardando
las ruinas del olvido.

La luz con su rebaño
de mármol abatido.

 

Lecturas: Malaquías y II Tesalonicenses

• Malaquías – nombre que significa: Mensajero del Señor – profetizó por los años 480-450 aC, en tiempos de la reconstrucción del Templo de Jerusalén y la restauración del culto. Se enfrenta a una cuestión lacerante y desgarradora: ¿por qué a los buenos les va mal y a los malos les va bien?

• Esta cuestión hizo crisis de muchas maneras después del exilio en Babilonia, cuando el pueblo judío ya no fue un reino, sino estuvo dominado por persas, griegos y romanos en tiempos de Jesús. La respuesta de Malaquías está expuesta en el breve fragmento de hoy.

• El escrito de san Pablo, segundo del Nuevo Testamento, refleja otra crisis de los primeros cristianos. Ellos esperaban que la manifestación gloriosa de Cristo resucitado sería inminente. Por lo cual, algunos de ellos se desentendían de la vida cotidiana, holgazanes que se entrometían en todo, en espera de ese acontecimiento.

• San Pablo les llama la atención: ¡A trabajar, señores! ¡Nada de esperar que el Señor venga a aliviarles la vida! Esta advertencia no vendría bien, cuando nos desentendemos de las condiciones de la vida en sociedad, y esperamos, ingenua o cómodamente, que un mesías venga a resolver los problemas.

• Icono griego de la Parusía, 1700

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Al llegar Jesús a Jerusalén, se piensa que la crisis de entonces se solucionaría con una Transformación Mundial hecha por Dios. Esta Transformación traería una Paz permanente. Todo ello se describía con imágenes apocalípticas del Antiguo Testamento, que entendían los discípulos, pero no la policía del imperio. - Grecia, año 80: Se mantienen las imágenes apocalípticas, pero se destaca que lo importante es la fe, el testimonio y la constancia, ahora y desde nuestro interior, para evangelizar.

• Sentido El Evangelio trata de “la esperanza cristiana en medio de los conflictos”. Usa un lenguaje apocalíptico. "Apocalipsis" significa "revelación", para animar la esperanza de los pobres. Las imágenes se toman principalmente del Antiguo Testamento, para que las interpreten los seguidores de Jesús y no sus perseguidores. El texto muestra tres ejes principales:

• La Palabra de Cristo anunció que la Transformación Mundial ya comenzó en Jerusalén (21,5-6). El Maestro aceptaba la belleza del Templo, pero rechazaba su complejo montaje humano, porque tergiversaba la imagen de Dios, su Padre, frente a los sencillos; Jesús anunció su destrucción (21,6). En efecto, aquel Santuario se había convertido en la primera potencia social, económica, cultural, religiosa y política de la región. El Templo de Jerusalén fue destruido en el año 70, lo cual, para los judíos, significaba el “fin del mundo”, porque era impensable la existencia de Israel sin el Templo. Los seguidores de Jesús interpretaban el doloroso hecho como el término de la Antigua Alianza; y, por tanto, había que buscar la germinación de la Nueva Alianza en otros ámbitos humanos (Jr 31,31; Lc 22,20). Lección: Los “templos” y “capillas” no son para darnos seguridades. La verdadera felicidad y el sentido de la vida solo pueden darla la confianza en Dios y la fe en la Palabra de Cristo.

• La Transformación se expande desde Judea, al mundo y al cosmos (21,7-11). Los interlocutores de Jesús le preguntan por el “cuándo” y por el “cómo”, porque no captan el fondo de su mensaje. Pero Cristo responde con la Transformación Mundial que ya va a comenzar definitivamente (cf. 22,70). Su consigna a los discípulos es que no los engañen los falsos mesías ni las calamidades ni los conflictos. Para subrayar que la historia está en las manos de Dios y que no hay nada que temer, la descripción de los conflictos se hace con este orden: comienzan en lo local (21,8-9), siguen a nivel internacional (21,10), y afectan finalmente al cosmos (21,11). Moraleja: Actualmente los seres humanos estamos causando mucho daño a nuestros semejantes y al mismo planeta Tierra, nuestra casa común. Es responsabilidad nuestra buscar en consciencia caminos de solución.

• Ahora” el testimonio y la constancia son muy necesarios en medio de estas Transformaciones (21,12-19). Con las expresiones “antes de todo eso”, Jesús se refiere al momento actual, al presente, al “ahora”; no le interesan las especulaciones sobre el futuro. Así ante los injustos arrestos y juicios por promover la humanización (“a causa de mi Nombre”), el mismo Cristo en ese “ahora”, testimoniará, a través de nosotros, con una sabiduría inédita (Lc 21,12-15; Hch 6,10). También en el caso de la traición por parte de la propia familia y del odio generalizado, debido a la opción por la dignidad humana (“a causa de mi Nombre”), el Señor pide reaccionar con confianza en el Padre (“ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza”) y con el esfuerzo de la constancia ("Gracias a la constancia salvarán sus vidas") (Lc 21,16-19). Mensaje: Todas las promesas de futuro, que se hacen en nombre de Dios, son falsas, porque Dios no tiene futuro. Profundizar “ahora” en la realidad de nuestro propio ser, es el único camino para darnos cuenta de que Él está siempre con nosotros y de que podemos alcanzar la máxima plenitud, a pesar de nuestras limitaciones.

Semana XXXIII: Lunes (aquí)