Lecturas: Amós 8,4-7 / I Tim 2,1-8 / Lucas 16,1-13
Botón homilético: Francisco Quijano
• Jesús escandalizaba: curaba enfermos en sábado, comía con pecadores, mujeres impuras lo tocaban, pecadoras lo besaban, declaró puros todos los alimentos, tocaba a los leprosos, y también contaba historias escandalosas. ¿Qué diríamos hoy en día?
• Hay varias parábolas actuales: especulación bursátil de las compañías punto.com (2000), quiebra del banco Lehman Brothers (2007), burbuja de las hipotecas inmobiliarias (2009), vivir por encima de las posibilidades con créditos de riesgo (costumbre instalada), gobiernos derrochadores en obras que son elefantes blancos (están a la vista), devaluaciones provocadas por gasto excesivo (recicladas cada poco).
• Si Jesús hubiera vivido en estos días y diera consejos como estos: «Aprendan cómo burlar al fisco» «Vean cómo evadir impuestos» «Arréglense para lavar plata mal habida» «Gánense amigos jineteando dinero ajeno» «Inventen redes de complicidad con las autoridades para tener negocios chuecos». ¿Qué diríamos?
• Muchas de estas conductas han estado arraigadas por siglos en el tejemaneje de la vida diaria. Lo advertía el profeta Amós en el siglo VIII aC. En la venta del trigo los comerciantes se decían: «Vamos a disminuir la medida, aumentar el precio, falsear las balanzas para defraudar».
• La parábola del administrador sinvergüenza es uno de esos ejemplos. Dilapida el dinero de su señor, lo denuncian, este le pide cuentas y lo corre. Él se pone a pensar: «¿Qué hago? No quiero trabajar ni mendigar. ¡Ya sé! Unos acuerdos chuecos con los deudores de mi jefe, les rebajo la deuda, me los gano, y luego me darán una manita». Su jefe admitió que el tipo era astuto.
• Moraleja de Jesús: «Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día que les falte, ellos los reciban en las moradas eternas». Se puede poner al día este dicho: «Laven el dinero que obtuvieron con malas mañas ayudando a los pobres».
• Luego de la historia y su moraleja, vienen unos dichos sobre ser honesto o deshonesto, administrar dinero sucio o legítimo. Y una sentencia contundente de Jesús: «No se puede servir a Dios y al dinero».
• ¿Cómo entender estas enseñanzas paradójicas? La parábola del administrador y los dichos sobre administrar dineros mal habidos son contraejemplos. Si ves que es habitual una manera deshonesta de proceder, pregúntate: ¿qué debo hacer? ¿sigo con lo mismo? ¿me sumo a la corrupción?
• Si eso es lo que no quiero, ¿qué debo hacer? ¿cómo ir contra la corriente? ¿cómo enderezar esta forma deshonesta de obrar?
• En estas preguntas está la clave de la parábola y los dichos de Jesús. No servir al dinero, que te hace idólatra y te esclaviza. Obrar con la astucia que se usa para amontonarlo en compartirlo con quienes lo necesitan. Lava así tus ambiciones y servirás a tu Dios y a tu prójimo.
Lecturas: Amós y Timoteo
• Amós (+ 745 aC) nació en Tecoa, cerca de Jerusalén, pero profetizó en el reino del norte. El llamado de Dios lo tomó por sorpresa: «Yo no era profeta ni discípulo de profetas; era pastor y cultivaba higueras. Pero el Señor me arrancó de mi ganado y me mandó ir a profetizar a su pueblo, Israel» (7,14-15).
• Las profecías de Amós son de las más incisivas del género, debido quizá a sus orígenes campesinos: «Escuchen esta palabra, vacas de Basán, en el monte de Samaría: ―Oprimen a los indefensos, maltratan a los pobres. Piden a sus maridos: ―Tráigannos de beber... Llegará la hora en que las agarren con ganchos y a sus hijos con anzuelos de pesca» (4,1-2). Como estas, así otras proclamas suyas.
• Pablo pide a Timoteo que se rece por el bienestar de la nación: Hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos, y en particular por los jefes de estado y las demás autoridades.
• Eso hay que hacer, ciertamente. Y también actuar, movilizarse, poner en juego la sabiduría y el sentido común, como sucedió en Chile hace dos semanas... y como haría falta hacerlo en México.
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Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina año 30: Para los judíos de entonces, las riquezas eran consideradas don de Dios. Jesús educa a sus seguidores en una actitud nueva ante los bienes de la tierra, y en el uso, que deben hacer de ellos. - Grecia año 80: En el imperio romano, las riquezas son injustas, porque las produce principalmente el trabajo de los esclavos. No hay que utilizarlas para el hedonismo o placer egoísta, sino para el crecimiento de todos y cada uno de los seres humanos.
• Sentido Este texto, propio de Lucas, contiene una enseñanza sobre “La administración de los bienes”. Otros le llaman “Parábola del administrador astuto”, hábil, sagaz, sensato. En él se pueden distinguir las siguientes partes:
• La parábola (16,1-9). El hombre rico de la parábola elogia al "administrador deshonesto por haber obrado tan hábilmente". La comparación utiliza, como ejemplo, la sagacidad de "los hijos de este mundo", para invitar a "los hijos de la luz" a ser más hábiles, sin ser esclavos del dinero y de los bienes terrenos. La expresión "hijos de la luz" la emplean también Pablo (1 Ts 5,5; Ef 5,8) y Juan (Jn 12,36) para referirse a los cristianos. Se invita a ser sagaces para sacar ventajas en favor del bien común, orientando también hacia este fin las riquezas. El Evangelio convoca a ser sabios para sacar provecho de todo, incluso del dinero, en orden a alcanzar la humanización. Donde las religiones, verdaderas o falsas, ponen a “Dios”, Jesús pone al “hombre”.
• Las conclusiones (16,10-13). Se habla de "dinero de la injusticia" y de "dinero injusto", no porque sea malo en sí. El dinero puede orientarse a promover la vida, o al provecho solo del individuo y de su grupo. Es "injusto", porque con frecuencia se lo usa en función no del bien común, y perjudicando a otros. La riqueza, conseguida en forma “justa” o no, puede convertirse en ídolo. Hacemos amigos con el dinero, cuando compartimos con quien lo necesita; hacemos enemigos, cuando acumulamos riquezas a costa de los demás. Nunca podremos actuar como dueños absolutos de lo que poseemos; somos simples administradores. Además, el mismo Cristo anima a sus discípulos a no poner el dinero como el objetivo de la existencia, como la necesidad suprema: esto sería una forma de idolatría. La meta es la plenitud, que para el ser humano solo puede estar en lo trascendente, en lo divino que hay en cada uno de nosotros; el dinero solo puede ser un medio. “Lo único que se conserva, es lo que se comparte; lo que no se comparte, se pierde” (De Lapierre).
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