EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 17º durante el año


Lecturas: Génesis 18,20-21.23-32 / Colosenses 2,12-14 / Lucas 11,1-13

Botón homilético – Francisco Quijano

• Sorprendente. Abraham se pone a regatear con Dios el perdón a favor de Sodoma. Jesús pone el ejemplo de uno que fastidia y fastidia hasta obtener lo que quiere. Nos enseña a porfiar: «Pidan… busquen… llamen…» 

• ¿Cómo? ¿Acaso Dios no es generoso en sus dones? ¿Qué no sabe de antemano lo que necesitamos? ¿Qué no es infantil pedir a Dios lo que depende de nosotros? ¿Qué no es recurrir a una magia divina para deshacer entuertos?

• Según Mateo al enseñar Jesús el Padre Nuestro dice: «Cuando recen no sean como los paganos, que piensan que por mucho hablar serán escuchados. No los imiten, pues su Padre sabe lo que necesitan antes de que se lo pidan».

• ¿En qué queda la insistencia: pedir, buscar, llamar? La cuestión está en nosotros, no en Dios. El universo está lleno de ondas: luz visible, colores, infrarroja, ultravioleta, microondas, rayos x, rayos gamma, sonoras, radiales, electromagnéticas, gravitacionales.

• Nuestros sentidos captan solo unas pocas ondas. Para captar muchas más se requiere de antenas especiales. El radiotelescopio ALMA del valle de Chajnantor (5000 m) en el desierto de Atacama, Chile, tiene 66 antenas para captar el espectro electromagnético del universo.

• Esta imagen sugiere qué es la oración. Rezar es ponerse en sintonía para captar una bendición que nos envuelve totalmente y envuelve al universo entero: la bendición del Amor de Dios. Rezar es vivir en sintonía con Dios.

• La oración que Jesús nos dejó, «Padre Nuestro», es como esas fotografías fantásticas y esas resonancias magnéticas, que traducen en colores ondas invisibles a nuestros ojos y en sonidos las inaudibles a nuestros oídos. Jesús mismo, cuando reza al Padre –«Abbá, Padre Amado»– es el prototipo de la oración.

• Rezar el Padre Nuestro una vez y otra, repetirlo, pedir, buscar, llamar, no es repetir frases mecánicamente. Rezar el Padre Nuestro es estar en sintonía con la onda divina que nos sostiene, que se expande y se comunica a todo lo que existe: el Amor de Dios, su Espíritu Santo.

 

Lecturas: Génesis y Colosenses

• En el Génesis, la oración de Abraham por Sodoma y Gomorra, dos ciudades legendarias por sus vicios, es un modelo de intercesión. Pese a todos los vicios que aquejan a sus habitantes, hay entre ellos un puñado de justos que son capaces de librar a esas ciudades de la hecatombe.

• El episodio es también una luz de esperanza frente a desgracias, corrupciones y desastres que afectan a las sociedades, provocados por los propios integrantes de estas. ¿Cómo salir de esos estados de decadencia que sobrevienen y parecen inevitables? . Hay que enfrentarlos con esperanza indefectible y voluntad de cambio positivo, aunque sean decisiones de unos cuantos.

• La reflexión de la Carta a los Colosenses expresa esta esperanza indefectible frente a la peor catástrofe que ocurre a la humanidad: la muerte. ¿En que se funda esa esperanza? En haber creído en la fuerza de Dios que resucitó a Cristo.

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Jesús, como los maestros de la época, educa en la oración a los discípulos, y a la vez comunica el resumen y el espíritu de sus enseñanzas. - Grecia, año 80: Lucas subraya que la imagen de Dios, que se experimenta en la oración cristiana, es distinta de la manifestada en la oración judía y en la de las otras religiones del imperio romano.

• Sentido El Evangelio muestra “el núcleo fundamental de la oración cristiana”. Cabe notar que la preocupación por el pan se extiende a toda la enseñanza sobre la oración (Lc 11,3.5.11). El texto puede dividirse en tres partes:

• El padrenuestro en la versión de San Lucas (11,1-4). Dos aspectos sobresalen a primera vista: Nuestra identificación con la imagen de Dios Padre, y la venida del Reinado de Dios entre nosotros. La imagen o rostro del Dios del Evangelio siempre será mejor que nuestros propios deseos y planes. A partir de ahí tienen cabida todo tipo de acciones de gracias y peticiones. La venida del Reinado de Dios es lo central que Jesús propicia a través de su vida, su predicación y su práctica. Más en concreto:

+ Padre: Abba (hebreo) = papá, es un vocativo con cariño, que se relaciona con la fuente de la Amistad y del Amor.

+ Santificado sea tu Nombre: Santificar” = que yo te rinda culto desde mi interior, junto con toda la creación y el universo. “Nombre” = persona. Venga tu Reino: Venir” = que llegue a cada uno de nosotros no por mérito nuestro, sino por pura Amistad y Amor tuyos. “Reino de Dios” = que a partir de cada uno de nosotros seas Rey de todos.

+ Danos cada día nuestro pan cotidiano: “pan” = alimento hecho de harina; también el trabajo, el sentido de la vida; además, Jesús, el Evangelio, la Palabra de Dios, las eucaristías, el amor, la fraternidad.

+ Perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquéllos que nos ofenden: Perdonar” = permitir que alguien camine hacia su meta de crecimiento; ir superando rencores y culpabilidades; restablecer una relación rota entre dos personas a causa de una ofensa.

+ No nos dejes caer en la tentación: tentación” = prueba, trampa, impedimento, obstáculo en el caminar tras las huellas de Jesús, esto es, en el seguimiento de Cristo.

• La insistencia en la oración, adentrándose en el propio “yo” (11,5-8). Mediante una ilustración el Maestro subraya la necesidad de esfozarse en el diálogo con Dios, que está en nuestro interior. La oración es más bien una búsqueda personal de adhesión con el Dios vivo y de compromiso con el prójimo. Es pedirle reiteradamente al Señor que podamos descubrir el sentido más profundo de nuestra vida.

• El orar cristiano debe estar abierto a tener los mismos sentimientos de Dios (11,9-13). A través de nuevos ejemplos y dichos, Jesús invita a profundizar en la experiencia de la oración. Que crezca nuestra confianza en Dios Padre, a través del “pedir” como un pobre; del “buscar” como alguien que se mueve; y del “llamar” en medio de los conflictos como Jesús en la cruz. Orar es buscar que el Espíritu Santo oriente nuestra vida, nuestras ideas y nuestros compromisos.

Semana XVII: Lunes (aquí)