Lecturas: Hechos 5,27-32.40-41 / Apocalipsis 5,11-15 / Juan 21,1-19
Botón homilético – Francisco Quijano
• Una pesca extraordinaria, un almuerzo al amanecer, un reencuentro con Jesús. El episodio tiene aires de nostalgia, nostalgia del primer encuentro con Jesús y de su invitación a seguirlo.
• Ha pasado el tiempo pero no solo eso. Ha pasado también la pasión de Jesús, la negación de Pedro, la huida al momento de la crucifixión, el desaliento.
• Este almuerzo revive la cena pascual, la pesca evoca la respuesta de la gente a la predicación de Pedro, el reencuentro de este con Jesús evoca la negación. Nada de esto es nostalgia de sucesos pasados sino presencia viva del Señor resucitado.
• Las tres declaraciones de amor de Pedro son el primer triunfo en su vida de la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte. Son semilla de resurrección.
• Jesús resucitó en virtud de un doble amor. El Padre, Dios de Amor, no podía dejar a su Hijo en la nada de la muerte. David predijo –dice Pedro en su primera predicación–: «No quedará abandonado a la muerte ni su carne experimentará la corrupción». Esta es la garantía del amor fiel.
• Jesús no podía desdecirse del amor al Padre y del amor que el Padre tiene a la humanidad. «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos», dijo Jesús en la última cena.
• Pedro había prometido jugársela por Jesús hasta la muerte. No pudo hacerlo. ¿Cómo fue que pasó de negar a Jesús a declararle amor incondicional? Por la gracia del Señor resucitado, por el amor fiel que triunfó sobre el pecado y la muerte.
• Pasar de la negación al amor es tener parte real en nuestra vida mortal de la victoria final sobre la muerte: «Sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos», dice Juan en su Carta primera.
Lectura: Apocalipsis 5,11-15
• Una característica del Apocalipsis, quizá la principal, es la proyección simbólica y alegórica de la celebración excelsa del fin de la historia con el triunfo de Cristo sobre la muerte a partir de las celebraciones clandestinas de los primeros cristianos amenazados por las persecuciones.
• En la lectura de hoy tenemos uno de los Cánticos de alabanza al Cordero degollado y al que está sentado en el trono. Estos Cánticos que se usan en nuestra liturgia terrera nos ponen en sintonía con la liturgia celestial a la que aspiramos en esperanza.
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Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los discípulos, después del fracaso del Maestro, vuelven a Galilea, su patria, y retoman su antiguo oficio de pescadores. - Jerusalén, año 100: La fecundidad de la misión de la comunidad es señal de la presencia de Jesús en ella; como la infecundidad delata la ausencia de Él, es decir, la falta de práctica de su mensaje.
• Sentido El Evangelio describe la “la misión de la comunidad en acto; la pesca”. En el texto se pueden subrayar tres aspectos:
• Pesca infructuosa (21,1-3). Se trata de una nueva manifestación de Jesús a los discípulos, que aparecen situados en las inmediaciones del lago de Tiberíades. Se verifica al aire libre mientras ellos están en actividad. Se enumera siete discípulos que componen la comunidad (7 = universalidad), abierta a todos los seres humanos. Es de noche, es decir, Cristo está ausente, porque adhieren a la iniciativa individual de Pedro y no siguen a Jesús, que es luz del mundo. Esto hace infecunda la misión. Lección: En la misión universal hay que amar como Cristo amó.
• Pesca abundante (21,4-6). Jesús se hace presente en la playa y acompaña a los discípulos en la misión; ellos no lo reconocen debido a la noche que han creado al no recordar ni seguir su Palabra. Con afecto el Señor les pregunta si tienen algo para comer; la respuesta denota su decepción y es categóricamente un “No”. Los discípulos siguen la indicación de Jesús y la red se llena de peces; el lugar donde tiran la red figura a quienes están abandonados, son vulnerables y han perdido la esperanza (cf. 14,12). Moraleja: El límite de la entrega de los discípulos en la misión es la necesidad de vida de los seres humanos.
• Comida con el Resucitado (21,7-14). El “discípulo ideal” reconoce entonces al Señor, pues quien tiene experiencia del amor de Jesús sabe leer sus señales, y se lo comunica a Pedro. Este reacciona, se tira al agua, mostrándose dispuesto al servicio total hasta la muerte. Los otros discípulos colaboran en la misión. Al bajar a tierra, ven que Cristo les ha preparado fuego y alimento que da vida. El Resucitado les pide que aporten de lo que han obtenido en la pesca. Pedro quiere colaborar con ciento cincuenta y tres peces grandes: esto significa tres comunidades con cincuenta personas, más tres, que es la Divinidad que los une. Jesús invita a una comida, símbolo y realidad de la Eucaristía, donde sus seguidores se encuentran con Él como el Mesías. Esta es la tercera vez que el Resucitado se aparece, y la tercera es la definitiva. Mensaje: La fuerza de la resurrección de Cristo, actualizada en la Eucaristía, comunica la energía necesaria para anunciar el Evangelio en medio de las dificultades.
Pascua III – Lunes (aquí)
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