EVANGELIO DOMINICAL

Domingo de Ramos de la Pasión del Señor


Lecturas: Isaías 50,4-7 / Salmo 21,8-9.17-20 / Filipenses 2,6-11 / Lucas 22,14-23,56

Botón homilético – Francisco Quijano

• Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los griegos. Eso dice san Pablo 20 años después del suceso. Eso fue también para sus propios seguidores. Por eso murió completamente solo en el más cruel y aterrador suplicio, en palabras de Cicerón: crudelissimum teterrimumque supplicium.

• ¿Qué fue lo que sucedió? Una condenación a muerte por las autoridades de la religión judía: Jesús socavaba de raíz su religión. Un juicio amañado y cobarde de la autoridad romana: Jesús era un peligro para la estabilidad del imperio.

• ¿Qué había hecho él? Mostrar con su vida y su enseñanza que los seres humanos somos el centro del amor de Dios y el centro del amor de unos a otros, que el reino de Dios anunciado por él consiste en la amistad de la humanidad con Dios y entre nosotros.

• ¿Cómo superaron sus seguidores el escándalo y la locura de su muerte? No fue por su propio convencimiento. Fue por la irrupción del misterio de ese hombre en sus vidas: él, que había fracasado en su propósito, resucitó. El Padre, en quien había confiado su vida, lo reivindicó. Y con su reivindicación, reivindicó a toda la humanidad: el amor de Dios supera el fracaso y la muerte.

• Cada evangelista destaca alguna dimensión de la pasión y muerte de Jesús. Lucas pone de relieve la gratuidad incondicional del perdón de Dios. Jesús intercede por sus enemigos: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y ofrece la salvación al buen ladrón: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. A la gratuidad del perdón que Dios nos ofrece corresponde de nuestra parte la gratuidad de la aceptación.

• Portón de la Basíica de Santa Sabina en Roma. Panel superior izquierdo: Primera representación plástica de la crucifixión a mediados del siglo V.

 

Lecturas: Isaías y Filipenses

• Los cuatro Cánticos del Siervo de Yahveh se proclaman en los Días Santos, el de hoy se leerá otra vez el Miércoles Santo. Estos poemas de intensidad lírica y trágica fuera de serie se atribuyen a un autor anónimo que vivió durante el exilio judío en Babilonia.

• Pueden tener un significado individual o colectivo, de modo que expresan el valor de la fidelidad de una personal al llamado de Dios o de todo un pueblo. Su sentido más profundo es el el sufirimiento vicario vivido como sacrificio por la humanidad. Jesús con su pasión y muerte cumple finalmente con creces este sentido.

• El Himno de la Carta a los Filipenses es probablemente una composición muy antigua, anterior a la carta que data de los años 54 o 55, escrito tal vez en arameo dos décadas antes. Expresa con notabilísima intuición de fe el sentido de la muerte de Jesús y de su glorificación. Por su muerte, Jesús se despoja de su divinidad y es despojado de su humanidad. Por su resurrección, Cristo Señor es entronizado en su gloria divina en virtud de su muerte en cruz.

 

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Reflexión: Jesús Espeja OP

Dos visiones enfrentadas

1. Significativamente el Mesías libertador esperado no llega montado sobre un caballo como los poderosos del mundo, sino en un asno signo de la mansedumbre y de la humildad.

Quienes iban delante de Jesús y quienes lo seguían iban gritando vivas: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mc 11,9). “Algunos fariseos que iban entre la gente, le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos” (Lc 19,39).

2. La sociedad judía donde nació, creció y murió Jesús de Nazaret, soñaba con una liberación definitiva; ese anhelo utópico de una felicidad sin sombras que todos llevamos dentro. Aquella sociedad judía era religiosa; esperaba que la liberación fuera obra de un Mesías enviado por Dios. Pero había dos visiones sobre el mesianismo.

Según la visión de muchos, el Mesías llegaría con poder para satisfacer las carencias del pueblo judío y liberarlo de sus enemigos. Lo importante era cumplir ritos y normas religiosas. Una visión muy común en aquella gente, que, al ver la multiplicación de los panes, aclaman a Jesús y quieren hacerle rey.

Pero la conducta y la trayectoria de Jesús hablan de otro mesianismo; de otra visión, y de otro camino hacia la utopía de la liberación y de la felicidad. No es la lógica del poder, que se impone por la fuerza ni los ritos religiosos en convivencia con esa lógica del poder, El camino es el amor, que sirve a los demás y se da gratuitamente para el bien de los otros.

Son las dos visiones, que vemos en el Evangelio. “La multitud de discípulos”, los sencillos, escuchan, acogen y saltan de alegría celebrando el mesianismo del amor, que Jesús practica y propone. Pero los soberbios arrogantes – tipificados en “los fariseos”- apegados a sus privilegios sociales, siguen obsesionados en ser dueños de la situación, no toleran que los sencillos aclamen a Jesús y acaban condenando al verdadero Mesías.

3. Abrimos la semana santa en el enfrentamiento de estas dos visiones. En un mundo globalizado con exclusión, se ha impuesto la lógica del poder, del mercado y del descarte. Estamos lanzados a un progreso técnico sin precedentes y desbocado, abrigando incluso la pretensión de crear una inteligencia artificial, que sea otro modelo superior de ser humano; en esa pretensión un poco ilusoria empleamos los recursos, que necesitan millones de personas para sobrevivir. Además, ahora se agrega la invasión rusa a Ucrania. Cuando este “superhombre” se cree dueño y señor único del universo, un virus lo encierra en casa y lo deja desarmado ¿No será una indicación para que cambiemos de mentalidad y de lógica en el camino de nuestra liberación? El enclaustramiento forzoso de estos días puede ser oportunidad para responder a este interrogante.

Lunes Santo (aquí)