EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 3º de Cuaresma


Lecturas: Éxodo 3,1-8.13-15 / Salmo 102,1-4.6-8.11 / I Corintios 10,1-6.10-12 / Lucas 13,1-9

Botón homilético – Francisco Quijano

• Extraño Evangelio. A propósito de una masacre cruel y de un accidente mortal, Jesús invita con urgencia a la conversión. Añade una parábola que invita, a su vez, a la paciencia y el esfuerzo laborioso para dar frutos de conversión. ¿Cómo podemos hallarle un sentido a estas enseñanzas?

• En cualquier parte, en Chile como en México, pueden ocurrir terremotos fortísimos que provocan desgracias: muertos, heridos, despojados de refugio, escasez, hambre. En otros sitios, tornados, huracanes, tifones. O simplemente accidentes callejeros.

• Ya no por fenómenos naturales, sino por acciones humanas criminales, ocurren genocidios, guerras, masacres, asesinatos. En nuestros días, la invasión arbitraria y violenta de Ucrania por voluntad de un autócrata. En México, masacres y los asesinatos brutales se suceden día con día.

• ¿Qué decir de estos acontecimientos nefastos, unos ajenos a la voluntad humana, otros debidos a esa voluntad? ¿Qué actitud hemos de tomar ante estos hechos? ¿Se nos llama a estar vigilantes y a cambiar de actitud? Eso dice el Evangelio.

• Lo primero. Las víctimas de estos hechos trágicos son quienes menos responsables son de las desgracias que les sobrevienen. Aun suponiendo que en las masacres entre criminales hay venganzas por daños recibidos, no se justifica bajo ningún criterio hacerse justicia por propia mano.

• En muchos otros casos, las víctimas son eso: víctimas. Es crueldad sobre crueldad insinuar siquiera que las víctimas son responsables del daño que se les inflige, mortal en muchas ocasiones. Las víctimas son, todo lo contario, esa voz que nos urgen a hacernos cargo de lo que les sucede.

• Así ocurre también con las víctimas de fenómenos naturales atroces. Lo primero que exigen estas desgracias es acudir en auxilio de las personas afectadas. Esa es nuestra responsabilidad y esa es la urgencia a la que debemos dar respuesta.

• Dicho lo cual, hay también, por supuesto, responsabilidades y culpas en estas desgracias. No fue la torre de Siloé lo que se derrumbó, sino una parte de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México, y de ello hay ciertamente responsables y culpables, por más que las autoridades quieran encubrirlo.

• Hay responsabilidad y culpa en las propias autoridades, cuando perpetran expresamente acciones atroces contra poblaciones enteras, como lo vemos en Ucrania, y ha ocurrido en otros momentos de la historia.

• Hay también responsabilidad y culpa de las autoridades que imponen sus ideas a la gente, aunque esas ideas produzcan hambrunas mortales, como lo hizo Stalin en Ucrania y Mao en China. O bien, autoridades que, por omisión e ineptitud permiten que grupos criminales organizados se hagan dueños de vidas y haciendas de la población, como sucede claramente en México.

• Véase, en fin, el recuento que hace un periodista, especializado en los aspectos más tenebrosos del acontecer criminal en México, sobre la violencia contra las mujeres en un día cualquiera (aquí). ¿No habrá algo que hacer como sociedad y como iglesia para poner alto a estos crímenes?

• En contraste con estas desgracias lamentables debidas al poder, la arbitrariedad, la ineptitud, las omisiones y demás vicios, tenemos el llamado del Evangelio a la conversión y el cambio de actitud. Y la primera lectura, que nos presenta al Dios libertador que se hace cargo de las desgracias de la humanidad.

 

Lectura: Éxodo 3,1-8.13-15

• Éxodo y liberación. El hijo de mujer israelita exiliada, proscrito por orden del faraón, criado por la hija de este, sospechoso ante su propia gente, casado con una madianita, andaba pastoreando el rebaño su suegro.

• De pronto, se topa con algo extraordinario, se acerca curioso: una zarza que arde. Y lo más sorprendente, cree escuchar una voz: «¡Moisés, Moisés!». Responde: «Aquí estoy». La voz se identifica: «Yo soy el Dios de tu padre».

• Anuncia cuál es su intención: «He visto la opresión de mi pueblo… he bajado para liberarlos… sacarlos de esta tierra y llevarlos a una tierra fértil». Involucra a Moisés en esta aventura: «Anda, te envío al faraón para que saques a este pueblo… Yo estoy contigo».

• Toda una puesta en escena para el momento culminante de la acción. Moisés pide una garantía para cumplir lo que se le pide: ¿quién es ese Dios, ¿cómo se llama? Escucha una respuesta escueta: «Yo soy el que soy, Yo soy», reiterado tres veces.

• Moisés se ha encontrado con Alguien cuya identidad es Ser el que está aquí presente; Ser el que estuvo presente antes, el Dios de tus padres; Ser el que estará presente en el futuro, contigo, con el pueblo, aventura que no acabará.

• Es el Dios del salmista: «El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos… el Señor es compasivo y misericordioso… como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles».

• Este pasaje del Éxodo es la revelación de ese Dios que, en el Evangelio de Juan, dice: «Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, sabrán que Yo soy». Y en el Apocalipsis: «Yo soy el Alfa y la Omega, El que es, Él que era, Él que será».

• Ese es el Dios que, en Jesús, se revela como Padre, Abbá; con Jesús, su Palabra hecha carne, nos acompaña en la vida; y por su Espíritu de Amor nos comunica su vida.

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

Contexto - Palestina, año 30: En la época de Jesús, algunos oyentes opinan que unos galileos ejecutados por Pilato son más pecadores que los demás campesinos, porque han padecido la muerte. Interpretan que Dios permite esta desgracia como un castigo, pues habrían sido unos pecadores más endurecidos. - Grecia, año 80: Cuando Lucas redacta su Evangelio, los judaizantes divulgan la imagen de Dios, como el legislador que premia a los buenos y castiga a los malos. Para Lucas, Dios es la plenitud de la Amistad y del Amor.

Sentido El Evangelio trata de la “Conversión” o “cambio de ruta” o “revisión de mentalidad” o “rectificación”. En el texto se pueden distinguir estos temas:

Invitaciones a la conversión (13,1-5). El episodio de la muerte de los galileos y el de los judíos aplastados por la torre de Siloé brindan la oportunidad a Cristo para insistir en la conversión, esto es, en decidirse a vivir en adelante según la buena noticia del Reinado de Dios, pues todos estamos alejados de su Amor. El Señor evita vincular la desgracia con una falta anterior: Lección: Jesús no culpabiliza; sino que invita a abrirse personalmente hoy a la bondad de Dios, a su inmenso Amor.

Parábola de la higuera estéril (13,6-9). La “higuera” es símbolo del pueblo de Israel. Mediante esta comparación, el Nazareno exhorta al cambio, desde dentro, ahora que es tiempo, ya que el fundamento de la vida humana no está en nuestras manos. Mensaje: El Maestro llama a aprovechar la convocatoria de Dios a dar fruto, a crecer en humanidad, pues el tiempo de rectificación es limitado.

Cuaresma III – Lunes (aquí)