EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 2º durante el año


Lecturas: Isaías 62,1-5 / Salmo 95,1-3.7-10 / I Corintios 12,4-11 / Juan 2,1-11

Botón homilético – Francisco Quijano

• Jesús comienza su predicación con estas palabras: «El Reinado de Dios está cerca». A este anuncio lo acompaña un signo: la celebración de una boda en Caná de Galilea al estilo hebreo: una semana de festejos en la que abunda el vino.

• ¿Qué significa este signo del agua transformada en vino? Qué nuestra condición humana sometida al mal –las seis tinajas de agua– será liberada y enriquecida por Dios –la sobreabundancia del vino y el desbordar del gozo–.

• Así eran y así son los casamientos judíos. Esta es la tradición en la que se inscribe el episodio de las bodas de Caná de Galilea. Las bodas en todas las culturas son la expresión más exaltada de gozo. Lo son para la pareja que celebra sus nupcias y se desborda sobre todos los que participan en la fiesta.

• «Son mejores que el vino tus amores» – dice la amada del Cantar de los Cantares. «Tu boca es un vino generoso» – replica su amante. «Como un joven se casa con su novia, así se desposa contigo tu hacedor; como el esposo se alegra con su esposa, así se alegrará tu Dios contigo» – dice Isaías.

• Jesús se valió de esta celebración para comunicar su mensaje: «El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo». Él mismo se identificó como esposo. Y dice de la novedad de su enseñanza: «A vino nuevo, odres nuevos».

• Hay una sintonía mística entre la promesa de felicidad ínsita en la unión conyugal –pese a desgarramientos y rupturas– y la promesa de felicidad última ínsita en el anuncio de Reinado de Dios.

• Jesús reconoce en Caná que esa boda es signo de su misión: anunciar el gozo de la presencia de Dios en medio de la gente. Ese anuncio le costará la vida, pero la promesa de felicidad no morirá.

• En la Última Cena, como en las bodas de Cana, Jesús tomó una copa y dijo: «Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Les aseguro que no volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios».

• Hay una sintonía mistérica en las bodas de Caná con el gozo desbordante de los matrimonios y en la alegría consumada del Reino en el gozo sin medida de Dios. Así comenzó Jesús el anuncio del Reino.

 

Lectura de Isaías

• En consonancia con el Evangelio, el poema de Isaías celebra las bodas del rey con su novia. El rey es símbolo del Dios de la Alianza y la novia es símbolo de Jerusalén. El poema es de un autor posterior al exilio en Babilonia que escribe en la vena de la tradición profética del amor conyugal como símbolo de la Alianza.

• Un centinela anuncia la llegada de la aurora, la ciudad se iluminará y aparecerá esplendorosa. Sus murallas se asemejan a una corona. El rey enamorado canta a su novia, la ciudad de Jerusalén, que había sido devastada y es ahora su esposa, la Preferida.

• El poema celebra las nupcias del rey con su novia y el gozo del amor juvenil. Esa es la imagen de la Alianza de Dios con su pueblo: «La alegría que encuentra el esposo con su esposa la encontrará tu Dios contigo».

• De la colección Jesús Mafa: Las bodas de Caná

 

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Claves para la homilía – Julián Riquelme

Contexto - Año 30 en Galilea: Jesús habría participado en una fiesta de matrimonio. - Año 100 en Jerusalén: El relato no es biográfico, sino programático; no es fáctico, sino simbólico; no es crónica, sino teología. Entre otras, por estas razones: 1ª) “Unas bodas”: son símbolo de la Alianza, donde Dios aparece como el Esposo del pueblo (Os 2,16-25; Is 1,21-23; 49,14-26; 54; 62; Jr 2; Ez 16).- 2ª) “La madre de Jesús” (2,1b): en el Evangelio de Juan aparece sólo dos veces: aquí en Caná como la primera discípula de Cristo; y en la cruz como figura y prototipo de la Iglesia (19,25).- 3ª) “Jesús y los discípulos invitados” (2,2): la presencia del Mesías, que al final de la escena se constituye en el Esposo de las Bodas, y los discípulos, que van a ser llamados a creer en Él.

Sentido El tema del Evangelio son las “Bodas de Caná”. En él se pueden distinguir estos aspectos:

Cuando falta lo necesario en una familia, no hay fiesta (2,3-4). Una experiencia humillante para los novios es la falta de vino en su fiesta de matrimonio (2,3ª). El “vino” es una bebida para la alegría de los participantes; además es símbolo del amor entre la esposa y el esposo (Ct 1,2; 7,10; 8,2). La madre de Jesús es la primera que analiza y descubre la triste situación y lo explica a su Hijo (2,3b). Por su parte, Cristo responde con un análisis más profundo: Se está iniciando una Nueva Alianza (2,4ª) y su momento definitivo será en el porvenir: “su hora” (= cruz; 7,30; 8,20; 12,23.27; 17,1), cuando Él realice el gesto profético, que muestre cómo Dios Padre ama a todos los seres humanos. La solución no está lejana.

Para la fiesta se necesita la colaboración y la solidaridad (2,5-7). La madre invita a ponerse a la total disposición de lo que indique el Mesías (2,5). Los “sirvientes” representan a los discípulos. Las “tinajas vacías” (2,6) simbolizan a la Ley de Moisés, tal como se vive en la época de Jesús: Hay “seis”, signo de imperfección; son de “piedra”, como las Tablas de la Ley; están destinadas a los “ritos de purificación”, es decir, solo sirven para abluciones externas y no del corazón; su capacidad “cien litros”, indica un peso casi inamovible. “Llenen de agua estas tinajas” (2,7): Jesús convoca a relativizar la Ley (o cualquier elemento del universo), porque, cuando se la absolutiza, se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser humano: se interpone entre la persona humana y Dios, propicia una conciencia de indignidad, deforma la imagen de Dios e impide la experiencia de su amor.

El arte ayuda a descubrir el sentido de la fiesta (2,8-11). “Saquen ahora y lleven al encargado del banquete” (2,8). El “encargado del banquete” representa a la clase dirigente, a “los judíos” (2,6); A ellos se les ofrece primero la espiritualidad de Jesús y de su Evangelio. Ellos no la aceptan, pues “ignoran su origen (mesiánico)” (2,9ª); es más: ellos reprochan, tratan de marginar a Cristo, porque consideran que sus instituciones no necesitan mejora (2,9b-10). Sin embargo, los discípulos creen en Él, adhieren a su persona (2,11b). Solo cuando saboreamos el vino-amor, quedamos totalmente limpios y purificados: solo cuando descubrimos a Dios dentro de nosotros e identificado con nuestro ser, entonces somos capaces de vivir la inmensa alegría, que nace de la unión con Jesús y con los hermanos. El mejor vino está sin servir ni beber, está escondido en el centro de ti. El arte ayuda a sacar lo bello que hay dentro de cada persona o grupo.

Semana II - Lunes (aquí)