Lecturas: Daniel 12, 1-3 / Salmo 15, 5.8-11 / Hebreos 10, 11-14.18 / Marcos 13, 24-32
Botón homilético – Francisco Quijano
• Apocalypse Now, la película de Francis Ford Coppola sobre la guerra de Vietnam; El corazón de las tinieblas, la novela de Joseph Conrad sobre el expolio de África en el siglo XIX; El sueño del celta¸ la novela de Mario Vargas Llosa sobre Roger Casement, ambientada en África y Perú. Esos son unos apocalipsis registrados por un cineasta y por dos novelistas actuales.
• Marcos registra el apocalipsis de su época: la destrucción del Templo de Jerusalén y la persecución de los cristianos.
• En medio de este caos humano, aparece la figura en gloria del Hijo del hombre y resuena su mensaje: «Los cielos y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán»: esta es la clave para interpretar el evangelio de hoy.
• Evangelios apocalípticos este domingo y el domingo 28 de noviembre. ¿Qué dicen estas imágenes de efectos especiales? Ante todo eso: son efectos especiales cuya interpretación depende de una clave que es esta: «Los cielos y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán».
• Una imagen natural, entre las apocalípticas, insinúa en qué dirección buscar el significado del cataclismo cósmico: una higuera que reverdece anuncia el verano, contiene la savia de vida que produce fruto, la naturaleza está por manifestar su energía vital.
• Hay otra imagen: en medio del cataclismo, una figura de Hijo de Hombre, con gran poder y gloria, convoca a sus elegidos de los cuatro confines de la tierra: es una muchedumbre de hombres, mujeres, jóvenes, niños es como una cosecha de humanidad.
• Nadie sabe el día ni la hora de este suceso extraordinario. Es un misterio conservado en el arcano del Padre. ¿Qué palabras permiten atisbar el misterio envuelto en efectos especiales?
• Escucha estas de Jesús cuando pasó por nuestra tierra: «No vine a llamar a justos sino a pecadores». «El Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por una multitud». «Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por una multitud».
• Las escuchamos en la celebración de la eucaristía. Pasará este mundo tal como ahora lo conocemos, pasará nuestra vida en esta tierra. No pasará la palabra de Jesús que dice haber venido a congregar a una humanidad nueva para Dios.
• La realidad velada en el sacramento es el misterio de nuestra recreación en Dios: «Celebramos el memorial del Señor resucitado, mientras esperamos el domingo sin ocaso, en el que la humanidad entera contemplará, Padre, tu rostro y alabará por siempre tu misericordia». (Prefacio dominical X)
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Claves para la homilía – Julián Riquelme
• Contexto – Palestina, año 30: Desde que fue discípulo del Bautista, Jesús utiliza en parte el lenguaje apocalíptico y escatológico, y se refiere al Reino de Dios como algo futuro y presente a la vez. – Roma, año 70: Durante la persecución, el lenguaje apocalíptico alimenta la esperanza de los seguidores de Jesús, pues afirma que el Amor de Dios espera a la humanidad en el provenir y está presente en nuestro “ahora”.
• Sentido El Evangelio se refiere a la “Venida (= Manifestación) del Hijo del Hombre". Usa el lenguaje apocalíptico, con imágenes, visiones y símbolos, que sólo las personas en crisis y los perseguidos entienden, y que los anima a seguir luchando, por el advenimiento más pleno del Reino de Dios. La estructura de este trozo bíblico tiene tres partes:
• La Venida del Hijo del hombre ya comenzó en la Pascua de Jesús (Mc 13,24-27).El oscurecimiento del sol y de la luna, las caída de estrellas y la conmoción de los astros, son símbolos tomados del Antiguo Testamento para indicar que el texto se refiere a una teofanía o manifestación divina (gr. “theos” = dios, “fainos” = manifestación; cfr. Dt 30,19; Am 8,9; Is 13,9-10; 34,4). Esta teofanía, que pone por testigos a los astros, en este caso no es para infundir terror a los seres humanos, sino para invitarlos al gozo y a la alegría. ¿Cuándo comienza a ocurrir esta manifestación divina? Durante la Pasión: cuando Jesús está ante el Sanedrín, el Sumo Sacerdote le preguntó: “¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?” Jesús respondió: “Sí, Yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo” (Mc 14,62-63; cfr. Dn 7,13; Sal 109 [hb 110],1). El título “Hijo del hombre” es el que Jesús usa en su práctica en Galilea, y designa al que viene a manifestar el Amor de Dios Padre; por eso la finalidad de su venida es “congregar a sus elegidos, desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte” (Mc 13,27).- Cuando adherimos por la fe a la Pascua de Jesús en la historia, es decir, al acontecimiento de su muerte y resurrección, nuestras decisiones en el presente, contienen lo que será nuestro futuro.
• Parábola sobre la vida actual (Mc 13,28-29). Como habitantes cercanos al Lago de Galilea y al Mar Mediterráneo, el Nazareno y sus discípulos ven la primavera como un paso hacia el deseado verano. Con la comparación de la higuera, que reverdece, invitan a interpretar el presente, incluidas las crisis y las persecuciones, con un sentido esperanzador: el alumbramiento de un mundo nuevo y de una nueva creación, la Venida más plena del Reino de Dios.- Hoy debemos interpretar la realidad, a la luz de los nuevos conocimientos que tenemos de ella, y apoyados en la Palabra de Dios: así no nos fijaremos tanto en las apariencias, sino mucho más en el fondo de los procesos y en sus posibles desenlaces.
• Anotaciones sobre el futuro (Mc 13,30-32). La afirmación “No pasará esta generación, sin que suceda todo esto”, insiste en que la Venida del Hijo del hombre ya comenzó en la Pascua de Jesús (Mc 13,30). La declaración de ignorancia del día y de la hora, procede del Jesús histórico, que los desconocía. De parte de Dios, ya está todo entregado: La Vida, la felicidad, el Amor, la Verdad plena, en una palabra, el “Reino de Dios”. El apoyarse en la Palabra de Cristo exige, frente al porvenir, cultivar lo que va en la línea de una auténtica humanización, sin dejarse arrastrar por soluciones fáciles, que dañen a los otros.- Los discípulos de Jesús estamos obligados a planificar el futuro, pensando en el bien de todos los hombres y mujeres, dentro de nuestra Casa Grande, que es nuestro planeta.
Semana XXXIII – Lunes (aquí)
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