Lecturas: Apocalipsis 7,2-4.9-14 / Primera Carta de Juan 3,1-3 / Mateo 5,1-12
Botón homilético – Francisco Quijano
• El Apocalipsis proyecta una imagen portentosa de una «enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas». ¿Es esto una Utopía ilusoria? U-topía significa etimológicamente: No-lugar. Algo que no se ubica ni en el espacio ni el tiempo.
• ¿Es eso real? En la tercera parte del Credo de los Apóstoles confesamos: «Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos...». En quien creemos es el Espíritu Santo. No creemos en la Iglesia... No creemos en la comunión de los santos... El Único en quien creemos es Dios.
• Entonces, ¿qué estamos diciendo al recitar el Credo? Decimos: «Creo en el Espíritu Santo que conduce, suaviter et fortiter / con dulzura y firmeza, a la humanidad hacia la comunión en Dios». De esa comunión, la Iglesia con todo y sus miserias, de la cual formamos parte con todo y nuestras miserias, es un signo.
• ¿Cómo es que podemos ser signo de esa comunión u-tópica, que no existe en ninguna parte ni en ningún momento, porque existe solo en Dios? Lo dicen las bienaventuranzas que Jesús proclama al comienzo del Sermón de la Montaña.
• En este mundo partido, dividido, en conflicto, las bienaventuranzas son el reverso de la comunión y la felicidad u-tópicas en Dios. Esta dicha es comunión vivida en tensión con lo que se opone a ella, la desfigura, la obstaculiza y parece destruirla.
• ¿Quiénes son felices en este valle de lágrimas? Son felices los pobres, los afligidos, los pacientes, los hambrientos de justicia, los misericordiosos, los de corazón puro, los forjadores de paz, los perseguidos.
• La multitud de santos y santas que veneramos, viven ya totalmente en el amor, la comunión y la felicidad de Dios. Antes, vivieron la felicidad del amor y de la comunión en este valle de lágrimas.
• No solo ellos, cuyos nombres y vidas conocemos. También esa muchedumbre imposible de contar que exclama con voz potente: «La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero».
Lecturas: Apocalipsis y I Juan
• Al final del Apocalipsis, hay una imagen de la victoria de Dios sobre el mal en tonos líricos: la Nueva Jerusalén es una joven y radiante esposa que tiene sus nupcias con el Cordero Inmaculado. En el pasaje de hoy, la imagen del triunfo de Dios se presenta en tonos épicos: una multitud de gente de toda raza, lengua, pueblo y nación, vestida de blanco, rinde honores a Dios y al Cordero.
• ¿Quiénes son? pregunta una voz. Y esa misma voz responde: «Son los que han pasado la gran tribulación y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero». Alusión a quienes vencieron y vencerán en las persecuciones.
• La reflexión de san Juan es un punto culminante de la revelación del destino final de la humanidad. Ese destino es alcanzar la completa semejanza con Dios. Nuestra humanidad ha sido convocada a alcanzar su plenitud en la divinidad. Los antiguos teólogos llamaban a este misterio: θέωσις – theôsis = deificación.
• Así Clemente de Alejandría: «El Verbo de Dios se ha hecho hombre para que tú aprendieses de un hombre cómo el hombre puede convertirse en Dios».
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Claves para la homilía – Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Jesús anuncia el Reino de Dios, en el cual no habrá enfermedades, injusticias, hambre, sufrimiento ni opresiones. - Antioquía (Siria), año 80: El Reino de Dios, anunciado por Cristo, es para todos, y exige superar lo que se opone a la fraternidad entre los seres humanos.
• Sentido El Evangelio contiene “las bienaventuranzas” (según San Mateo), que son como el programa del Nazareno. Algunos las denominan "El proyecto de la Nueva Alianza". En el texto pueden destacarse, entre otros, estos aspectos:
• La figura de Jesús (Mt 5,1-2). Cristo es presentado como el nuevo Moisés, que enseña la nueva ley de Dios ("Sube a la montaña"), y como el Maestro de la nueva sabiduría, que muestra el camino hacia la felicidad de todos ("Se sienta").
• Condición fundamental (5,3). Los pobres en espíritu, o con espíritu, es decir, no los pobres obligados, sino quienes eligen ser pobres, optan por una vida sencilla. Ellos no tienen el ideal de ser ricos, porque esto cuesta sacrificio a muchos.
• Compromisos de Dios (Mt 5,4-6). Las tres siguientes bienaventuranzas subrayan que el amor de Dios se ha acercado ya desde el presente. Quienes las experimentan no son dichosos porque sufren, sino porque el Reinado de Dios ha llegado, y eso es una buena noticia para ellos. Les da confianza.
• Actitudes de los seguidores de Jesús (Mt 5,7-9). Las otras tres bienaventuranzas declaran herederos del Reinado de Dios a quienes cultivan la misericordia y propician el crecimiento de los otros en la comunidad, y son artesanos de la paz, abiertos al mundo entero.
• Conclusión (Mt 5,10-12). La persecución, bajo distintas formas, es consecuencia de la opción por humanizar la tierra y por anunciar el Evangelio.
• Fra Angelico (1395-1455): La Coronación de la Viergen y El juicio final (detalle).
Semana XXXI – Conmemoración de Todos los Difuntos (aquí)
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