Lecturas: Sabiduría 1,13-15; 2,23-24 / Salmo 29,2.4-6.11-13 / II Cor 8,7.9.13-15 / Marcos 5,21-43
Botón homilético – Francisco Quijano
• «Con solo tocar su manto, me curaré… Y sintió en su cuerpo que había sanado». «Tomó de la mano a la niña y le dijo: Talitha, qum, Chiquilla, levántate».
• Con una imagen física, corporal, se diría que el roce de una mano con el manto produjo una chispa de vida, y que el contacto de una mano con otra produjo igualmente una chispa de vida.
• Dos milagros: sanar a una mujer con hemorragias, dar vida a una niña muerta. ¿Qué es lo sorprendente en estos hechos? A primera vista, lo milagroso.
• Pero hay otras sorpresas: la audacia de Jesús, de la mujer y del padre; ella, sabiéndose impura según la religión judía, toca el manto de Jesús; él, encargado del culto judío, se acerca a Jesús acusado de criticar el culto.
• Los milagros de Jesús tienen varios significados y simbolismos: además de maravillar y sorprender, indican el sentido íntegro de su acción.
• Jesús es fuente de vida, acoge a personas excluidas, valora a las mujeres, perdona los pecados, recrea la comunidad humana, comunica la amistad de Dios.
• En el fresco de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, una mano se extiende, se acerca a otra, no se tocan, salta una chispa de vida, uno se la imagina, no la ve, esa chispa se difunde en un campo de luz.
• Dice el libro de la Sabiduría: «No fue Dios quien hizo la muerte… Él creó las cosas para que subsistan, todos los seres del universo son saludables, no hay en ellos veneno mortal».
• La curación de la mujer con hemorragias y la reanimación de la chiquilla son signos de la energía vital de Jesús, la chispa de vida divina que se nos trasmite por medio Él.
• Esa chispa es irradiación de luz, campo luminoso: la mujer y la niña se hallaban en las tinieblas de la exclusión, una por enferma, otra por muerta, proscritas de la irradiación de la convivencia. Jesús les comunica vida, ilumina su existencia.
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Claves para la homilía – Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: En la época de Jesús, la enfermedad es vista como castigo divino y señal de que el enfermo es rechazado por Dios, lo cual produce desaliento y culpa (Cf. Gn 30,1; Lv 15,19-31; Nm 19,11-22). - Roma, año 70: A los cristianos les sostiene principalmente la fe, pues su vida está en constante peligro, debido a que son perseguidos por el imperio.
• Sentido La sanación de la mujer con hemorragias y la resurrección de la hija de Jairo enseñan que la fe en Jesús, el Mesías, permite reconocer la dignidad de la mujer, en el mismo nivel que la del varón. El tema se desarrolla en tres pasoss:
• Súplica (5,21-24). Un padre suplica por su hija enferma. El movimiento de la multitud es intenso y turbulento. Buscan en el Señor la solución de sus problemas. En estas circunstancias, surge Jairo, «jefe de la sinagoga» y hombre importante en Cafarnaún, pidiendo un gran favor: “Mi hijita se está muriendo, ven”. El Maestro se pone en camino inmediatamente. Lección: El amor a los hijos mueve a los padres.
• Sanación (5,25-34). Una mujer busca ser sanada por Jesús y Él le explica que la fe de ella le ha sanado. Ella se resiste a vivir para siempre como una mujer enferma. Nadie la ayuda a acercarse a Jesús, pero ella sabrá encontrarse con él. Confía plenamente en la fuerza sanadora de Jesús. Al tocar al Nazareno, ella queda sana. Jesucristo le da publicidad al hecho, para encomiar la fe de la mujer, y para dejar en claro que Dios no se mueve por las categorías de la pureza legal, sino con amor por el bien de la gente. Moraleja: La fe en Jesús es sanadora.
• “¡Levántate!” (5,36-43). La fe en Cristo también permite superar las consecuencias de la muerte. La fe es importante “No temas, basta que creas”), porque frente a la Muerte, Jesús: 1° Supera las visiones miopes (“Se burlaban de él”); 2° Le da un nuevo sentido (“¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!”). De esta manera, Cristo convierte la fe en mesiánica, porque, unida al silencio y a la acción pueden transformar la realidad (“Jesús les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido”). Mensaje: La fe en Jesús, muerto y resucitado, es la puerta de la Vida sin fin, de cada persona y del Pueblo de Dios.
Semana XIII – Lunes (aquí)
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