EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 11º durante del año


Lecturas: Ezequiel 17,22-24 / Salmo 91,2-3.13-16 / II Cor 5,6-10 / Marcos 4,26.34

Botón homilético – Francisco Quijano

• «Así es el Reino de Dios: como si un hombre echara la semilla en tierra y, ya duerma ya despierte, noche y día, la semilla germina y crece sin que él sepa cómo». Una parábola sencilla y sorprendente. ¿Qué se te ocurre pensar?

• De eso se trata con las parábolas: aguzar los sentidos, avivar la imaginación, suscitar preguntas, insinuar un misterio. ¿Qué misterio será ese al cual alude esta parábola, única en el evangelio de Marcos?

• Podríamos, por ejemplo, hacernos estas preguntas: ¿cómo he llegado a ser quien soy? ¿qué ha sucedido a mi alrededor y a lo largo de mi vida, al punto de vivir como estoy viviendo hoy?

• Y ampliar estas preguntas: ¿qué ha pasado para que esté yo dándole vueltas a esta parábola? ¿cómo ha sucedido que estoy preguntándome que habrá querido decir Jesús con esta comparación?

• Preguntas como estas parecen no tener fin. Podemos seguir preguntando: cómo es que ha sucedido esto en mi vida, por qué me han pasado estas cosas, qué hay más allá de lo que sucede todos los días.

• Una pista es esta: yo, tú, nadie, somos las personas que somos, ni hemos llegado al punto en que estamos en la vida, solamente por nuestra propia iniciativa, por las opciones que hemos tomado, por los esfuerzos que hemos hecho…

• Hay, como envolviéndolo todo, un campo magnético, cuyo centro de atracción es la plenitud de todo lo que existe. En consonancia con la parábola, hay una energía vital en continua actividad que va llevando todo a la plenitud de su realización.

• ¿Qué misterio es este? Jesús lo llamaba Reino de Dios. ¿Cómo es que Dios reina? Por amor, porque Él es Amor, así lo dice Juan en su primera carta. Ya duermas ya despiertes, de noche y de día, la gratuidad envolvente del amor está presente en todo…

⦁ Jean François Millet (1814-1875): Las espigadoras, 1857

 

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Claves para la homilía – Julián Riquelme
 

• Contexto. Palestina, año 30: Jesús usa el lenguaje sencillo de las parábolas para que la gente se apropie críticamente del sentido del Reino de Dios. - Roma, año 70: Durante la persecución, sólo quienes tienen un corazón sencillo valoran el Mensaje del Reino y lo asimilan: a éstos se dirigen las parábolas.

• Sentido. El trozo que meditamos se refiere al “Proceso o crecimiento del Reino” con dos parábolas:

 Parábola del sembrador (Mc 4,26-29). El Nazareno experimenta que el Reino de Dios lo rebasa y sucede sin que Él sepa cómo. Su experiencia se mueve buscando el Reino de Dios en lo escondido y entre los sencillos. Esta vivencia optimista, basada en la certeza de que Reino será instaurado por Dios, no dispensa del esfuerzo y de la colaboración de los seres humanos en su Venida.

• Parábola del grano de mostaza (Mc 4,30-32). El mensaje insiste en la oposición que hay entre los criterios de eficacia del Reino y los del mundo. El anonadamiento (“kénosis”), en que acaece el Reino, no significa falta de eficacia, sino que su eficacia es otra: la misma del grano de mostaza, que, a pesar de su pequeñez, esconde una fuerza de vida infrustrable. Esa sencillez en su aparecimiento es característica tanto del estilo del Reino como de sus destinatarios.

 Conclusión (Mc 4,33-34). A partir de este momento, Jesús realiza una doble práctica en su enseñanza: de un modo a la gente y de otro modo a los discípulos. Se adapta a la capacidad de respuesta de quienes le escuchan. Esto le sirve para protegerse de la posible persecución de los dirigentes judíos, que están atrapados en la imagen legalista de Dios. Cristo busca formar comunidades de convencidos y no de obligados.

Semana XI - Lunes (aquí)