EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 6º de Pascua


Lecturas: Hechos 10,25-25.34-36.43-48 / Salmo 97,1-7 / I Juan 4,7-10 / Juan 15, 9-17

Botón homilético – Francisco Quijano

• ¿Es Dios nuestro amigo? ¿Somos amigos de Dios? Estas preguntas pueden sorprendernos. Ver a Dios como amigo no es habitual. Tomás de Aquino trata esto de forma diferente: pregunta si la caridad es amistad, amistad con Dios, con los demás, con la creación…

• Responde que sí por tres razones. Una: para que haya amistad, se necesita comunión entre personas amigas, fundada en algún bien que comparten. Y Dios comparte con nosotros el mejor bien que puede darnos: su felicidad, su gozo, su vida.

• Dos: la amistad consiste en querer a la otra persona por ella misma, por ser quien es, porque existe, no por ser útil o placentera. Y Dios nos ha creado tal como somos, nos quiere tal como somos, se goza en nosotros tal como somos.

• Tres: la amistad requiere reciprocidad entre amigos, amigas, querer el bien de la otra persona como se quiere el propio bien, intercambiar bienes, compartir la propia vida. Y Dios quiere que su felicidad sea la nuestra y la nuestra la suya.

• Al tratar este punto, santo Tomás cita justamente el Evangelio de hoy: «Ya no los llamo siervos, los llamo amigos». ¿Por qué? «Porque les he dado a conocer lo que escuché de mi Padre».

• Este pasaje, que sigue a la alegoría de la vid y los sarmientos, traduce en términos de amistad la comunión entre el Padre y Jesús, Jesús y nosotros, nosotros y los demás.

• En el centro del anuncio cristiano y de nuestro destino está una verdad esplendorosa: Dios es nuestro amigo, está en comunión con nosotros, quiere que vivamos en la felicidad de esta amistad suya.

• San Juan es su Carta lo dice de dos formas que expresan la intuición más profunda sobre el misterio de Dios y de su amor: «El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor» «Este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero».

 

• • • 

 

Claves para la homilía – Julíán Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Jesús participó con sus discípulos en una cena un día de la semana, en que murió. Por su carácter de despedida, ellos la convirtieron en una cena entrañable. - Jerusalén, año 100: Los cristianos de finales del siglo I pueden perder su adhesión a Jesús, no anunciar el Evangelio, desorientarse y perder la esperanza, porque terminaron las persecuciones.

• Sentido El texto habla del “mandamiento del amor”. Está presentado como última voluntad del Señor. El trozo bíblico se puede sintetizar en tres palabras:

• Convocatoria (15,9-11). Invitación a responder al amor de Jesucristo. Al final de su misión en este mundo, Jesús puede decir: "Como el Padre me amó, también Yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor" (15,9). Lección: En cualquier época y situación, lo decisivo es no salirse del amor fraterno.

• Novedad (15,12-15). Lo nuevo del mandamiento de Cristo. En el Antiguo Testamento, se pedía a los creyentes amar al prójimo “como a ti mismo” (Lv 19,18); ahora el Maestro ofrece su principio de sabiduría (gr. “entolé”): “Ámense los unos a otros, como Yo los he amado” (15,12). Moraleja: Jesús ha entregado su vida por amor a los otros.

• Libertad (15,16-17). La elección es gratuita. “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes” (15,16a). La experiencia de la elección de Jesús, ayudará a los discípulos a descubrir el sentido libertario de la misión: “Los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero” (15,16b). Mensaje: Nuestra misión es propiciar una sociedad más humana; por eso, al prójimo nunca hay que llamarlo o tratarlo como siervo o esclavo.

Pascua Semana V – Lunes (aquí)