Las catequesis mistagógicas se impartían a los recién bautizados en la Vigilia Pascual durante la semana siguiente para que se compenetraran del misterio recibido. Se atribuyen a Cirilo (315-387) que fue obispo de dicha ciudad o a su sucesor, Juan (356-417).
Bautizados en Cristo y habiendose revestido de Cristo, han adquirido una condición semejante a la del Hijo de Dios. Pues Dios, que nos predestinó a la adopción de hijos suyos, nos hizo conformes al cuerpo glorioso de Cristo. Por eso, hechos partícipes de Cristo (que significa Ungido), no sin razón se les llama ungidos: y es refiriéndose a ustedes que dijo el Señor: No toquen a mis ungidos.
Han sido hechos cristos (o ungidos) cuando recibieron el signo del Espíritu Santo; todo se realizó en ustedes en imagen, ya que son imagen de Cristo. Él, en efecto, al ser bautizado en el río Jordán, salió del agua, después de haberle comunicado a ella el perfume fragante de su divinidad; y entonces bajo sobre él el Espíritu Santo en persona, y se posó sobre él como sobre su semejante.
De manera similar ustedes, después que subieron de la piscina bautismal, recibieron el crisma, símbolo del Espíritu Santo con que fue ungido Cristo. Respecto a lo cual, Isaías, en una profecía relativa a sí mismo, pero en cuanto que representaba al Señor, dice: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido; me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres.
Cristo no fue ungido por hombres con aceite o ungüento material, sino que el Padre, señalarlo como salvador del todo el mundo, lo ungió con el Espíritu Santo, como dice Pedro: Dios ungió a Jesús de Nazaret con poder del Espíritu Santo; y en los salmos de David hallamos estas palabras: Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre; cetro de rectitud es tu cetro real; has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
El Señor fue ungido con un aceite de júbilo espiritual, esto es, con el Espíritu Santo, el cual es llamado aceite de júbilo porque es el autor del júbilo espiritual; pero ustedes, al ser ungidos materialmente, han sido hechos partícipes de la naturaleza de Cristo.
Por lo demás, no pienses que este es un ungüento común y corriente. Pues, del mismo modo que el pan eucarístico, después de la invocación del Espíritu Santo, no es pan corriente, sino el cuerpo de Cristo, así también este santo ungüento, después de la invocación, ya no es ungüento simple o común, sino el don de Cristo y del Espíritu Santo, ya que realiza, por la presencia de la divinidad, aquello que significa. Tu frente y los sentidos de tu cuerpo son ungidos simbólicamente y, por esta unción visible de tu cuerpo, el alma es santificada por el Espíritu Santo, dador de vida.
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