Evangelio de San Juan 21,1-14
• Un almuerzo mañanero en la playa. Un grupo de siete discípulos –número simbólico– quiere volver a su oficio anterior de pescadores. Simón Pedro toma la iniciativa: «Voy a pescar». Los otros seis le dicen: «Vamos también nosotros». Fracasan. En toda la noche no pescan nada. Y conocían su oficio...
• Hay en este episodio un aire de nostalgia: recuerdos de unos pescadores que anduvieron con un profeta de Nazaret en aventuras inimaginables. Todas esas aventuras se desvanecieron. Han vuelto a su vida de antes.
• Al amanecer, alguien los observa desde la orilla. Ellos no lo reconocen. «¡Muchachos, ¿han pescado algo?» «¡No!» «¡Echen la red a la derecha!» ¿Qué sabrá de pescar este desconocido?, pensó tal vez Pedro. Pero esa orden era una forma de decirles: «¡Ánimo, no se dejen derrotar, inténtenlo otra vez!»
• El otro discípulo, el amado de Jesús, recuerda de pronto que en otra ocasión Jesús le habían dicho a Simón: «¡Navega mar adentro y echa las redes para pescar!». Su memoria se avivia y le dice a Pedro: «Es el Señor».
• Ocurre una pesca abundante. Comienza a abrírseles el entendimiento. Cuando llegan a tierra, el Señor les dice: «Traigan algo de lo que acaban de pescar. Vengan a almorzar».
• Este es el signo por excelencia de la presencia de Jesús resucitado: compartir la comida. Les vienen a la memoria las aventuras con Jesús de Nazaret y sus comidas con él, que tenían arrumbadas en su nostalgia.
• ¡Qué comidas eran esas con tanta gente, con pecadores y publicanos, con mujeres de mala vida y fariseos! Jesús aceptaba todas las invitaciones y departía a gusto con toda clase de personas.
• Ahora está de nuevo departiendo con ellos. Lo habían reconocido: «Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían que era el Señor».
• Un gesto suyo, revivido, los confirmó en su certeza de estar con el Señor: «Jesús se acercó, tomó pan y se lo repartió e hizo lo mismo con el pescado».
• Esos fueron los gestos y acciones de la multiplicación de los panes y los peces, y de la última comida con Él. Esos son también los gestos y acciones en los que reconocemos hoy su presencia en medio de nosotros: su amistad celebrada en el banquete de la eucaristía.
Lectura: Hechos 4,1-12
• Lo que sucede de inmediato a la sanación del paralítico y la predicación de Pedro es la reacción del establishment judío: sacerdotes, comisario del templo, saduceos, jefes ancianos, letrados, entre ellos Anás y Caifás, los mismos sumos sacerdotes que condenaron a Jesús.
• Todos ellos hacen comparecer a los apóstoles para interrogarlos: «¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho eso?» La acusación era que anunciaban la resurrección de los muertos por medio de Jesús. Esa era la cuestión que objetaban los saduceos.
• Pedro ya había declarado ante la gente cuál era el fundamento y el sentido de lo que hacían, ahora lo repite: «Este hombre ha sido sanado en nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien ustedes crucificaron y Dios resucitó de entre los muertos».
• Pedro termina su testimonio de forma contundente: «En ningún otro se encuentra la salvación; ya que no se ha dado a los hombres sobre la tierra otro Nombre por el cual puedan ser salvados».
• Es notable el paralelismo entre el juicio amañado contra Jesús del consejo de las autoridades judías y este contra los apóstoles. En ambos, la respuesta de quienes estaban sometidos a jucio es diáfana: Jesús declara que es el Hijo de Dios que vendrá en gloria, los apóstoles declaran que Jesús resucitado es el Salvaror.
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los discípulos, después del fracaso del Maestro, vuelven a Galilea, su patria, y retoman su antiguo oficio de pescadores. - Jerusalén, año 100: La fecundidad de la misión de la comunidad es señal de la presencia de Jesús en ella; como la infecundidad delata la ausencia de Él, es decir, la falta de práctica de su mensaje.
• Sentido El Evangelio describe la “la misión de la comunidad en acto; la pesca”. En el texto se pueden subrayar tres aspectos:
• Pesca infructuosa (21,1-3). Se trata de una nueva manifestación de Jesús a los discípulos, que aparecen situados en las inmediaciones del lago de Tiberíades. Se verifica al aire libre mientras ellos están en actividad. Se enumera siete discípulos que componen la comunidad (7 = universalidad), abierta a todos los seres humanos. Es de noche, es decir, Cristo está ausente, porque adhieren a la iniciativa individual de Pedro y no siguen a Jesús, que es luz del mundo. Esto hace infecunda la misión. Lección: En la misión universal hay que amar como Cristo amó.
• Pesca abundante (21,4-6). Jesús se hace presente en la playa y acompaña a los discípulos en la misión; ellos no lo reconocen debido a la noche que han creado al no recordar ni seguir su Palabra. Con afecto el Señor les pregunta si tienen algo para comer; la respuesta denota su decepción y es categóricamente un “No”. Los discípulos siguen la indicación de Jesús y la red se llena de peces; el lugar donde tiran la red figura a quienes están abandonados, son vulnerables y han perdido la esperanza (cf. 14,12). Moraleja: El límite de la entrega de los discípulos en la misión es la necesidad de vida de los seres humanos.
• Comida con el Resucitado (21,7-14). El “discípulo ideal” reconoce entonces al Señor, pues quien tiene experiencia del amor de Jesús sabe leer sus señales, y se lo comunica a Pedro. Este reacciona, se tira al agua, mostrándose dispuesto al servicio total hasta la muerte. Los otros discípulos colaboran en la misión. Al bajar a tierra, ven que Cristo les ha preparado fuego y alimento que da vida. El Resucitado les pide que aporten de lo que han obtenido en la pesca. Pedro quiere colaborar con ciento cincuenta y tres peces grandes: esto significa tres comunidades con cincuenta personas, más tres, que es la Divinidad que los une. Jesús invita a una comida, símbolo y realidad de la Eucaristía, donde sus seguidores se encuentran con Él como el Mesías. Esta es la tercera vez que el Resucitado se aparece, y la tercera es la definitiva. Mensaje: La fuerza de la resurrección de Cristo, actualizada en la Eucaristía, comunica la energía necesaria para anunciar el Evangelio en medio de las dificultades.
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