Evangelio de San Juan 20,11-18
• María y Jesús, dos enamorados en el huerto. La escena está inspirada en el Cantar de los Cantares: el desconsuelo de la amada por la ausencia de su amado y el gozo desbordante del encuentro de estos enamorados.
• El desconsuelo de María es el de una mujer que no encuentra a su amado, lo ha perdido. «Mujer, ¿por qué lloras?», le preguntan los dos personajes de blanco. En el Cantar ella es la que pregunta por su amado. «En mi cama por la noche, buscaba al amor de mi alma, lo buscaba y no lo encontraba... Por las calles y las plazas buscaré al amor de mi alma. Lo busqué y no lo encontré. Me hallé con los centinelas que hacen ronda por la ciudad: ―¿Han visto al amor de mi alma?» (Cant 3,1-3).
• Un desconocido que está en el huerto le hace la misma pregunta: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?». Son preguntas de cariño y ternura, palabras de consuelo: «Mujer, ¿qué te pasa? ¿Por qué estás así?».
• Ella, enamorada perdida que ha perdido a su amado, no atina a decir lo que dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo iré a buscarlo».
• Dejo a fray Luis de Granada comentar los desatinos, despropósitos y disparates de María la enamorada, en un pasaje delicioso:
«Bien paresce estar fuera de sí esta sancta mujer, pues cuantas palabras pronuncia, tantas ignorancias dice. Porque lo primero, no responde á propósito, ni entiende lo que le preguntan; porque no entiende mas de lo que ama, ni tiene sentido para otra cosa. Y además, llama señor al hortelano, que era demasiada cortesía para quien tan bajo oficio tenía. Y junto con esto, no habla por nombres, sino por pronombres, diciendo: “Si tú lo tomaste, dime donde lo pusiste; porque yo lo llevaré”.
«Parecíale que todos estaban en lo que ella estaba, y que así no había necesidad de mas declaración. También paresce un disparate presuponer que el hortelano andaba tomando los cuerpos de los muertos; y mucho mayor, ya que por algún misterio lo hubiese tomado, que luego por una palabra le diese á quien no conoscía.
«Todo esto obraba el amor, el cual tan sanctamente la hacía errar; aunque mayor yerro era tener al Señor delante y no conoscerlo, porque como estaba enferma de amor, de tal manera se le habían escurecido los ojos con esta enfermedad, que no veía á quien veía: porque veía a Jesús, y no sabía que era Jesús. ¡Oh María, si buscas a Jesús, ahí tienes á Jesús! Mas por ventura por esto no le conosces hallándole vivo, porque le buscabas muerto.
«¡Oh piadoso y dulce Maestro! no puedo del todo excusar esta discípula tuya: no puedo defender este su error; porque tal te buscaba, cual te había visto y cual te había dejado en el monumento». [De las Adiciones al Memorial de la Vida Cristiana]
Lectura: Hechos 2,36-41
• ¿Cuál es el efecto de la irrupción del Espíritu Santo en Pentecostés? Lo primero que salta a la vista es Pedro y sus Once compañeros: se pone de pie con audacia y expone con sabiduría lo que está ocurriendo. Su prédica parte del profeta Joel para llegar a Jesús, condenado a muerte por los judíos y resucitado por Dios.
• Lo más importante es la efusión del Espíritu que alcanza a los oyentes y provoca una conversión: «Lo que oyeron les llegó al corazón y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ¿Qué debemos hacer, hermanos?»
• Sucede entonces la secuencia de acciones que dan lugar, en esta ocasión y en otras muchas narradas por Lucas, a la formación de la comunidad cristiana: Arrepentirse, hacerse bautizar en nombre de Jesucristo, recibir el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Esto es el alma constitutiva de la comunidad cristiana.
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los discípulos se desorientaron y sufrieron mucha pena con la muerte del Nazareno, y como grupo experimentaron gran dificultad en tomar conciencia de la resurrección de Cristo. - Jerusalén, año 100: El amor de la comunidad hacia al Resucitado se concibe en términos de discipulado, es decir, de seguimiento, que se abre a trabajar por la vida de todos.
• Sentido El Evangelio relata “el encuentro de María Magdalena con el Resucitado”. El texto se puede dividir en tres partes:
• Llanto de María y diálogo con los mensajeros (20,11-13). María llora porque no se acordaba de que Jesús les había dicho a quienes le seguían que Él iba a resucitar. Ella se asoma al sepulcro y en los extremos del lugar ve dos ángeles o mensajeros de Dios, vestidos de blanco: dan testimonio de que Jesús no está ahí. María aún no tiene fe, está desolada, porque piensa que con la muerte del Maestro todo ha terminado. Lección: La fe en la resurrección de Cristo es un regalo especial del Espíritu Santo.
• Encuentro con Jesús (20,14-17). Ella ha venido a buscar un cadáver, pues todavía no cree en la fuerza de la vida ni en la inmortalidad del amor. Quiere constatar el lugar donde han puesto a su amigo difunto. Jesús la llama por su nombre y ella lo reconoce por la voz; ella responde “Raboní”, Señor mío, término usado en la relación con los maestros. Jesús pide a María que abra los ojos a la realidad: Él está resucitado, pero todos también tienen que resucitar. Moraleja: “Ver al Señor” impulsa a comunicar la verdad de la resurrección que hemos experimentado.
• Anuncio a los discípulos (20,18). María Magdalena se convierte en mensajera. Su anuncio no nace de la lectura de un hecho, sino que es un mensaje recibido de Cristo vivo y presente. Ella es la “apóstola de los apóstoles”. Mensaje: El auténtico cristianismo consiste no solo en interpretar el mundo desde una óptica divina, sino en transformarlo, según la dinámica de esa contemplación.
Miércoles de Pascua (aquí)
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