EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 3º de Cuaresma


Lecturas: Éxodo 20,1-17 / 18,8-11 / I Corintios 1,22-25 / Juan 2,13-25

Botón homilético – Francisco Quijano

• La expulsión de los mercaderes del templo es una acción profética con cuádruple simbolismo disruptivo: purificar el antiguo templo, erigir un nuevo templo, sustituir el antiguo por este, recrear una humanidad que es templo de Dios.

• Purificar el templo: es una acción profética en el más puro estilo de los profetas clásicos: Oseas, Amós, Isaías, Miqueas, Jeremías tienen oráculos y acciones contra la perversión del culto a Yahvé.

• Doble perversión: de la fe en Yahveh profanada por el culto a los ídolos, del amor al prójimo profanado por la injusticia.

• «Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí», dice la promulgación de los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí. Solo Dios merece adoración, solo la persona humana merece respeto incondicional. No tendrás otros dioses.

• Erigir un nuevo templo: ese templo nuevo es Jesús, en quien se encuentran todos los tesoros del amor de Dios. La revelación de este misterio es su resurrección que Jesús anuncia veladamente.

• Sustituir el viejo templo por el nuevo: la destrucción del templo de Jerusalén, que ocurrirá históricamente el año 70, Jesús la realiza simbólicamente al declarar que su cuerpo es el nuevo templo de Dios.

• Recrear una humanidad que es templo de Dios: por su identificación con toda criatura humana al asumir nuestra condición mortal, Jesús resucitado es primicia de una humanidad en la que habita la plenitud de Dios.

• «Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré». No tendrás poderes, ni ambiciones, ni violencia, ni engaño que destruyan a una humanidad que ha sido recreada en mi cuerpo.

• A quienes exigían señales o sabiduría para creer, san Pablo les da una sola señal y les anuncia una sola sabiduría: Cristo crucificado.

• Giotto: Expulsión de los mecaderes del templo - Capilla de los Scrovegni

 

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Claves para la homilía – Julián Riquelme

• Contexto – Palestina, año 30: Jesús toma conciencia de que es el Mesías, y expulsa a los vendedores de animales para las ofrendas, y a los cambistas de la moneda judía en el Templo (Za 9,9; 14,21; Mal 3,1-4). – Jerusalén, año 100: Ya ha ocurrido la muerte del Nazareno y el Templo ha sido destruido; sin embargo, los discípulos y discípulas experimentan que Jesús está vivo, y que no sólo es el Mesías, sino también el Hijo de Dios (Jn 20,28).

 Sentido El Evangelio de hoy trata principalmente de "La purificación o sustitución del Templo". En él se pueden distinguir los siguientes aspectos:

• Expulsión (Jn 2,13-17). Jesús se encamina a Jerusalén con ocasión de la Pascua de los judíos. Encuentra allí anomalías: Prevalece el comercio sobre la liturgia. Los sacerdotes arriendan las mesas a los cambistas, son los dueños de las monedas “puras” del templo y reciben el porcentaje mayor de la moneda romana o griega por las transacciones y ventas. Negocio redondo. Cristo actúa airadamente. Sus palabras se dirigen principalmente a los vendedores de palomas, pues éstas son la ofrenda de los pobres (cf. Za 14,21). Los discípulos hacen la primera interpretación del gesto: "El celo por tu Casa me consume" (cf. Sal 69,10). Lección: La palabra “casa" aquí puede significar a la vez el templo y los pobres.

• Diálogo (Jn 2,18-10). Los dirigentes del Israel de entonces, al sentirse afectados en sus intereses, interrogan al Maestro de Nazareth sobre qué signo de autoridad puede presentar para actuar así. La respuesta del Señor hace referencia a su Pascua, es decir, a su muerte y resurrección. Los dirigentes judíos hablan otro lenguaje: no entienden lo que dice Jesús. Moraleja: El espacio o lugar de culto más auténtico para relacionarse con Dios Padre es el “cuerpo de Cristo”. En Él está la presencia más eminente de Dios, y allí los seres humanos pueden responderle de la mejor manera.

• Interpretación (Jn 2,21-25). La resurrección de Cristo permite a sus discípulos entender las palabras de Jesús: La muerte y resurrección del Señor es el signo máximo de su Amor, de su autoridad, de su Señorío puesto a favor de los más sencillos. El evangelista Juan agrega una nota sobre el conocimiento de Cristo: Él sabe que en el interior de cada persona hay tendencias favorables y a la vez contrarias a la fraternidad y la amistad social. Lección: Revisemos nuestras tendencias interiores, y pidamos la ayuda a Jesús para intensificar nuestros actos solidarios.

⦁ Giandomenico Tiepolo (1727-1804): La expulsión de los mercaderes del templo, 1750-1753

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