PALABRA DEL MES

Octubre: Mes de Rosario


La leyenda cuenta que santo Domingo de Guzmán recibió el rosario de manos de María. En realidad, esta forma popular de oración se fue formando poco a poco. El beato Alano de la Rupe, un dominico que difundió esta devoción en el siglo XV, atribuyó a Domingo de Guzmán el origen del rosario. Su intención fue mostrar que la historia del rosario y su propagación ha estado asociada a la Orden de Predicadores y su fundador. Éstos son algunos episodios de esta historia.

La repetición pausada de palabras bíblicas y de súplicas es una forma muy antigua de oración: «¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!». Esta es la invocación del ciego de Jericó, Bartimeo, que pide a Jesús curarlo de su ceguera (Mc 10,47). Los antiguos Padres del Desierto aconsejaron repetirla para guardarla en el corazón.

Así fue como se formó el Avemaría. En el siglo XI se acostumbraba recitar únicamente el saludo del ángel a María (Lc 1,28). En el siglo XII se añadió el saludo de Isabel (Lc 1,42). La segunda parte del Avemaría es de finales del siglo XV.

La costumbre de recitar 150 Padrenuestros comenzó en el siglo XII entre los monjes que no podían recitar o cantar los 150 salmos por no saber leer. Después se introdujo la costumbre de recitar el salterio mariano de 150 Avemarías. Para contar la repetición de las preces se hacían cordeles con nudos o con pequeñas cuentas.

Hacia el año 1365, Enrique de Kalkar, monje cartujo, dividió en 15 decenas las 150 Avemarías e introdujo el Padrenuestro en cada decena. Otro monje cartujo, Domingo de Prusia, entre los años 1410 y 1439, redujo el número de Avemarías a 50 y añadió una breve cláusula para evocar algún momento de la vida de Nuestro Señor en el rezo de cada Avemaría: 14 se referían a la vida oculta de Jesús, 6 a su vida pública, 24 a su pasión y muerte, 6 a su glorificación. Hubo así en el siglo XV muchas formas de meditar los misterios de la vida de Jesús y de su Madre al recitar las Avemarías.

El fraile dominico alemán Santiago Sprenger (1436-1496) configuró el rosario en misterios de gozo, de dolor y de gloria, y fue el fundador de la Hermandad del Rosario en la ciudad de Colonia. Otro dominico, Alberto de Castello, contribuyó en 1521 a fijar los misterios del rosario en quince.

Fue el dominico Alano de la Rupe (1428-1475) quien dio gran impulso a esta devoción, por medio de las Hermandades o Cofradías del Rosario, que propagó en Francia y Flandes. Alano habla de dos formas de rezar el rosario: la antigua recitación simple de 150 Avemarías, y la moderna recitación por decenas con meditación del misterio correspondiente. Por este tiempo comenzó a popularizarse el nombre de esta devoción: Rosario o Corona de rosas.

San Pío V, papa dominico, confirmó así en 1569 la forma tradicional del rezo del rosario: «El rosario o salterio de la bienaventurada Virgen María es un modo piadosísimo de oración y plegaria a Dios, modo fácil al alcance de todos, que consiste en alabar a la santísima Virgen repitiendo el saludo angélico por ciento cincuenta veces, tantas cuantos son los salmos del salterio de David, interponiendo entre cada decena la oración del Señor, con determinadas meditaciones que ilustran la vida entera de nuestro Señor Jesucristo».

En el año 2002, Juan Pablo II enriqueció el rezo del rosario con los misterios de luz en los que meditamos cinco momentos clave de la vida pública de Nuestro Señor Jesucristo.

En estos tiempos de pandemia, la Virgen María puede muy bien acompañarnos en el rezo del rosario, para seguir caminando paso paso, como la recitación de las Aves, por las dificultades y penurias de esta vida. [F. Q.]

• Carlo Maratti (1625-1713) Estudio de la Virgen del Rosario