SEMANA XXIV: EVANGELIOS

Lunes: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo»


Evangelio de San Lucas 7,1-10

• La súplica que decimos antes de comulgar viene de este episodio. Lucas señala algo que no dicen los otros Evangelios: el centurión, cuyo sirviente estaba enfermo, siendo romano, vivía en amistad con los judíos de Cafarnaúm.

• El centurión, además, estimaba mucho a su sirviente. Envío a judíos notables como embajadores ante Jesús. Estos le dicen: «Merece este favor, ama a nuestra nación, nos ha construido la sinagoga». Envió a otros amigos para decirle: «Señor, no te molestes, no soy digno...Basta que digas una palabra»

• ¡Qué maravilla! Vemos una red de relaciones amistosas entre un representante pagano del poder imperial y unos judíos creyentes sometidos a la dominación romana, que se funda en la estimación recíproca, en el afecto mutuo y en la generosidad.

• ¡Qué maravilla! Un centurión pagano que se siente indigno de recibir a Jesús en su casa y tiene a la vez una confianza enorme en él y su sola palabra.

• ¡Qué maravilla! Jesús se admira de este centurión, de su estima por su sirviente, de su red de amistades, de su confianza. Dice a todos: «Una fe semejante no la he encontrado en Israel».

• Jesús reconoce que este centurión romano ya lo había recibido en su vida desde mucho antes y lo tenía en su corazón como una presencia invisible en medio de esos vínculos de amistad con los judíos.

• Todo esto es significativo para estos tiempos en los que priva a menudo el recelo, la desconfianza, la violencia verbal y física. ¿Qué decir al acercarse a comulgar, si uno se halla envuelto en estas situaciones? ¿Qué hará el Señor si encuentra nuestro corazón envuelto en la hostilidad?

• Este episodio del centurión romano y su sirviente enfermo muestra que Jesús está en medio de nosotros en la red de amistades que tenemos. Él es una de ellas. Él está ya en casa como uno de los invitados.

 

Lectura: I Timoteo 2,1-8

• Pablo dice a Timoteo, su discípulo, que pida a los fieles rezar por todo el mundo, por las autoridades, para poder «disfrutar de paz y tranquilidad». Orar por las autoridades, sí. Y también exigirles cumplir con su deber de garantizar la paz y tranquilidad.

• «Dios, nuestro Salvador, quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» Esta verdad proclamad por Pablo es la perspectiva de fe en la que hemos de ver todo lo que ocurre en nuestra historia, marcada por otra parte con violencia y crímenes. Eso es lo que Dios no quiere.

 

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Reflexión – Julián Riquelme

• Contexto - Galilea, año 30: El proselitismo judío de griegos y romanos fue muy fuerte en tiempos de Jesús, a tal punto que en algún momento se previó que la religión judía podría conquistar el sentido de la vida en el imperio. - Grecia, año 80: Después de la destrucción el templo de Jerusalén (año 70 d. C.), los judíos tienden a replegarse en Israel: ya no aceptan más prosélitos y se cierran en el nacionalismo religioso. Sin embargo, los seguidores de Jesús se abren y proclamen la esperanza mesiánica del Señor a los gentiles o paganos (cfr. Hch 10).

• Sentido El Evangelio es un relato post pascual, que contiene la “sanación del sirviente del centurión”. En este texto se pueden distinguir las siguientes partes:

• Petición de los ancianos (7,1-6). El centurión es amigo de los judíos, los ama; no solo los respeta en su calidad de israelitas, sino que les ayuda a cultivar su autonomía humana y religiosa: les construye la sinagoga. Es un soldado que se ha convertido en un prosélito o simpatizante del judaísmo: él que había venido como conquistador de Israel en el plano militar, ahora ha sido conquistado por Israel en el plano religioso; por otra parte, ha oído acerca de Jesús, tanto sobre su enseñanza como de sus milagros. Lección: Las buenas obras son un auténtico comienzo en el camino salvación y disponen a aceptar plenamente el don del Evangelio de Jesús.

• Actitud de centurión (7,6-8). El Nazareno solidariza de manera inmediata y se encamina a casa prosélito pagano. El centurión, mediado por sus amigos, dialoga con Jesús. El romano es humilde, pues reconoce en Cristo una autoridad superior. Además, como sabe de la cultura judía y no quiere que Jesús incurra en una impureza (se contamine por visitar a un pagano), solo le pide que, con su Palabra, ordene que la enfermedad se vaya del sirviente moribundo. Moraleja: Cuando invocamos a Cristo lo estamos colocando como autoridad máxima, sobre cualquier imperio de turno.

• Admiración de Jesús y sanación (6,9-10). Cristo admira la fe del romano y sana a su siervo. No habla tanto acerca de la fe de Israel, pero sí de la gran fe de un gentil. La fe del centurión es modelo para nosotros: él reconoce y respeta a Jesús como diferente; a él, romano, le basta creer en Jesús, un judío, para que el milagro se lleve a cabo. Mensaje: Pidamos a Cristo el regalo de la fe de este centurión, pues cuando descubrimos el plan de Dios, revelado en Jesús, pierden su sentido los ejércitos de ocupación y las divisiones que enfrentan a los seres humanos.

 Semana XXIV – Martes (aquí)