EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 21º durante el año


Lecturas: Isaías,18-21 / Salmo 116,1-2 / Hebreos 12,5-7 / Lucas 13,22-30

Botón homilético – Francisco Quijano

«Traten de entrar por la puerta estrecha, porque muchos querrán entrar y no podrán». Palabras exigentes de Jesús. ¿A qué se refieren? ¿Serán pocos los que se salvan? En efecto, por una puerta estrecha pasa poca gente.

«Vendrán muchos de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios». Palabras esperanzadoras. Dicen lo contrario: multitudes entrarán, habrá puertas anchas abiertas de par en par.

Quinientos años antes lo había dicho Isaías: «Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria». Es la aurora de una esperanza para toda la humanidad.

La Carta a los Hebreos habla del castigo de Dios, termina con palabras de aliento: «Recobren su vigor las manos que desfallecen y las rodillas que flaquean. Avancen por un camino llano, para que el rengo no caiga, sino que se cure».

¿Cómo entender el dicho de la puerta estrecha? Es un deleite ver ejercicios de gimnasia femenina y masculina: ritmos, armonía, fuerza, acrobacias, todo desplegado con soltura y elegancia. ¿Cómo se llega a ese dominio del cuerpo? Por la puerta estrecha de años y años de entrenamiento.

La misma carta presentaba (domingo pasado) a Jesús como jefe que encabeza una contienda: «Corramos con perseverancia la prueba que nos espera, fijos los ojos en Jesús, iniciador y consumador la fe, el cual, por la dicha que le esperaba, sufrió la cruz y despreció la infamia».

Jesús en otro pasaje: Yo soy la puerta, quien entra por mí se salvará; podrá entrar y salir y encontrar pastos (Juan 10,9) Jesús, que es la puerta, tuvo que entrar él también por una puerta estrecha, la de la ciudad de Jerusalén donde cumpliría su misión a cabalidad.

Esa misión es justamente convocar a la humanidad entera al banquete del Reino de Dios, que es su amistad. Esa misión exige dulcificar el corazón, ensanchar la mirada, fortalecer la voluntad, duro entrenamiento, para comunicar, liderados por Jesús, la amistad con Dios.

• San Juan de la Cruz: Miniatura de Cristo crucificado, 1572 y 1577 - Convento de la Encarnación de Ávila.

 

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Claves para la homilía - Julián Riquelme

► Contexto  Palestina, año 30: Quienes siguen a Cristo, ansían el poder, y piensan que están salvados por ser israelitas. Pertenecientes a la raza de Abraham.  Grecia, año 80: Aquí y ahora se realiza la salvación, porque en el momento presente está ofreciéndose el Amor eterno de Dios a todos los seres humanos.

► Sentido Tema del Evangelio: "Invitación a entrar por la puerta estrecha". Se trata de una enseñanza del Nazareno para unir fe y justicia. En el texto se pueden distinguir las siguientes partes:

• Diálogo (Lc 13,23-24). En una de las aldeas un interlocutor anónimo hace una pregunta al Señor, que, por el contexto, suena para nosotros así: "¿Se salvan sólo los judíos o también los extranjeros?" Jesús evade el tema del número de quienes se salvan, para liberarse del nacionalismo hebreo. La "puerta estrecha" significa unir el amor a Dios y la justicia para con todos los seres humanos.

• Frustración de los judíos infieles (Lc 13,25-27). El dueño de casa es Cristo mismo. Sus compatriotas intentan conmoverle, para que les abra la puerta, alegando que son judíos como Él, y que lo han visto. No es el mérito de la raza (ni la religión ni el status social) lo que salva, sino el que cada uno asuma su propia responsabilidad ante la oferta gratuita de Dios, manifestada en Jesucristo.

• Vocación de los gentiles (Lc 13,28-30). Dios quiere que todos los seres humanos se salven. Los extranjeros, que acepten la persona del Nazareno, llegarán, pues, desde los cuatro puntos cardinales a tomar parte en el banquete del Reino. La frase: "Hay muchos que son últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos", es un hebraísmo que significa todos somos iguales frente al don gratuito de Dios.

• Cristo con Pedro y Pablo: Aguafuerte en un plato de vidrio, siglo IV, descubierto en Andalucía.