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Domingo vigésimo sexto del Tiempo durante el año: Mt 21,28-32
● Contexto. - Palestina, año 30: Después de la “purificación del templo”, los jefes del pueblo preguntan a Jesús con qué autoridad actúa así. Él les responde con otra pregunta: ¿El bautismo de Juan era cosa de Dios o cosa humana? No se atreven a contestar, y Jesús les narra esta parábola. - > Antioquía (Siria), año 80: El Reino de Dios es para todos. Por eso, lo importante no es creerse perfectos por cumplir externamente leyes, sino saber rectificar lo que se ha hecho mal, con obras en pro del crecimiento de la Vida.
● Sentido. El tema del Evangelio es “La parábola de los dos hijos”. En ella se pueden distinguir tres partes:
♦ Relato parabólico (21,28-30). El primer hijo es figura de los sumos sacerdotes y los ancianos, que consideraban que no tenían nada de qué arrepentirse, se creían perfectos, porque decían “sí” externamente a todos los mandamientos de la ley; sin embargo, rechazaban el cambio que Jesús les ofrece. El segundo hijo representa a los publicanos y a los pecadores, que no conocían la ley y buscaban hacerse más humanos, porque se sabían necesitados. - Lo único que Dios quiere es el bien de todos los seres humanos. Cumplir externamente los mandamientos de Dios y esclavizar a hombres y mujeres, es lo más contrario al mensaje de Jesús.
♦ Primera aplicación dirigida a los interlocutores (21,31). El Nazareno ofrece a los jefes de su pueblo la primera posibilidad de interpretar la parábola. En el fondo les dice: Dios comprende nuestra limitación y da la posibilidad de rectificación, después de “recapacitar”. Los errores cometidos pueden ayudarnos a encontrar el camino verdadero, que es tratar de imitar la actitud de Amor de Dios Padre hacia todos sus hijos e hijas. - Tenemos que aceptar nuestras limitaciones, porque son parte de nuestra naturaleza. No podemos pretender, ni para nosotros ni para los demás, la perfección en el más alto grado.
♦ Segunda aplicación haciendo mención del Bautista (21,32). Jesús llama de manera más explícita a la “conversión” a sus interlocutores, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. Cuando queremos que un ser humano sea pluscuamperfecto, estamos exigiéndole que deje de ser humano. Todo lo que somos lo hemos conseguido a base de corregir errores. Los seres humanos estamos siempre en construcción. La experiencia dice qué es lo que me deteriora como persona y qué es lo que me permite crecer. Ser hijo de Dios significa imitarle, como se dijo, en la búsqueda del bien de todos. Lo importante es tomar conciencia de que hay que trabajar por los demás, porque de lo contrario no daremos un paso hacia la plenitud de la Vida. - Dios, que es Amor, demuestra conocernos muy bien cuando perdona. Aprender a perdonarse y seguir a delante, es de sabios.
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