EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 25º durante el año


Botón homilético                                                                                                       Francisco Quijano OP

Domingo 25º durante el año (18.9.2016)  Lucas 16,1-13

● Jesús escandalizaba: curaba enfermos en sábado, comía con pecadores, dejaba que mujeres impuras lo tocaran, que pecadoras lo besaran, declaró puros todos los alimentos, tocaba a los leprosos… y contaba historias escandalosas.

● La parábola del administrador manirroto y sinvergüenza es una de ellas. Este hombre dilapida el dinero de su señor, lo denuncian, le pide cuentas, lo corre. Se pone a pensar qué hago, no quiero trabajar de peón ni mendigar. ¡Ah, ya sé!, hago unos arreglos chuecos con los deudores de mi jefe, les rebajo la deuda, me los meto al bolsillo, ya me darán una manita. Su jefe tuvo que admitir que el tipo era astuto.

● Moraleja que saca Jesús: «Con el dinero chueco, gánense amigos, para que cuando se les acabe, los reciban en las moradas eternas». O sea, para poner al día el dicho de Jesús: Laven su dinero obtenido con malas mañas ayudando a los pobres.

● Después de la historia y la moraleja, vienen unos dichos sobre ser honesto o deshonesto, administrar dinero sucio o legítimo. Luego otro dicho de Jesús, contundente: No se puede estar al servicio de Dios y del dinero.

● ¿Cómo entender estas enseñanzas paradójicas? La historia del administrador sinvergüenza y los dichos sobre administrar bien o mal dineros bien o mal habidos funcionan como contraejemplo. Si ves que las cosas son así, pregúntate: ¿qué debo hacer? ¿sigo en lo mismo? ¿me sumo a la corrupción?

● Si no quiero hacer eso, ¿qué debo hacer? ¿cómo ir contra la corriente? ¿cómo enderezar las cosas? En estas preguntas está la clave de la historia y los dichos. No servir al dinero, que te hace idólatra y te esclaviza, exige poner el mismo ingenio, astucia y buen tino que usas para amontonarlo, pero hazlo a lo derecho en bien de tu prójimo que lo necesita. Si lavas así tus ambiciones, servirás a tu Dios.

⦁ Marinus Van Reymerswaele (c.1490-c.1546) Parábola del administrador astuto, 1540

 

 

Claves para la homilía                                                                                                       Julián Riquelme OP

◙ ContextoPalestina año 30: Para los judíos de entonces, las riquezas eran consideradas don de Dios. Jesús educa a sus seguidores en una actitud nueva ante los bienes de la tierra, y en el uso, que deben hacer de ellos.
Grecia año 80: En el imperio romano, las riquezas son injustas, porque las produce principalmente el trabajo de los esclavos. No hay que utilizarlas para el hedonismo o placer egoísta, sino para el crecimiento de todos y cada uno de los seres humanos.

◙ Sentido El tema del Evangelio es "El administrador astuto". Otros le llaman hábil, sagaz, sensato. En el texto se pueden distinguir las siguientes partes:

● La parábola (Lc 16,1-9). El hombre rico de la parábola elogia al "administrador deshonesto por haber obrado tan hábilmente". La comparación utiliza, como ejemplo, la sagacidad de "los hijos de este mundo", para invitar a "los hijos de la luz" a ser más hábiles, sin ser esclavos del dinero y de los bienes terrenos. La expresión "hijos de la luz" la emplean también Pablo (1 Ts 5,5; Ef 5,8) y Juan (Jn 12,36) para referirse a los cristianos. Se invita a ser sagaces para sacar ventajas a favor del bien común, orientando también hacia este fin las riquezas. El Evangelio convoca a ser sabios para sacar provecho de todo, incluso del dinero, en orden a alcanzar la humanización. Donde las religiones, verdaderas o falsas, ponen a “Dios”, Jesús pone al “hombre”.

● Las conclusiones (Lc 16,10-13). Se habla de "dinero de la injusticia" y de "dinero injusto", no porque sea malo en sí. El dinero puede orientarse a promover la vida, o al provecho sólo del individuo y de su grupo. Es "injusto", porque con frecuencia se lo usa en función no del bien común, y perjudicando a otros. La riqueza, conseguida en forma “justa” o no, puede convertirse en ídolo. Hacemos amigos con el dinero, cuando compartimos con quien lo necesita; hacemos enemigos, cuando acumulamos riquezas a costa de los demás. Nunca podremos actuar como dueños absolutos de lo que poseemos; somos simples administradores. Además, el mismo Cristo anima a sus discípulos a no poner el dinero como el objetivo de la existencia, como el valor supremo: esto sería una forma de idolatría. La meta es la plenitud, que para el ser humano sólo puede estar en lo trascendente, en lo divino que hay en él; el dinero sólo puede ser un medio. “Lo único que se conserva, es lo que se comparte; lo que no se comparte, se pierde” (De Lapierre).

⦁ Eugène Burnand (1850-1921) El administrador injusto