TESTIGOS DE CRISTO

Giorgio La Pira: Vivir la fe en la escena política
— por Sor Miria Gómez OP

Le llamaban “alcalde de los pobres” porque soñaba con una ciudad a la medida del hombre, una ciudad que garantizase una casa para amar, una fábrica para trabajar, una escuela para aprender, un hospital para curarse y una iglesia para rezar. Giorgio la Pira convirtió la ciudad de Florencia en un verdadero y propio laboratorio político religioso.

Controvertido por su gestión siempre en defensa de los más desfavorecidos, criticado por su condición de creyente cristiano, no se detuvo en la defensa de la paz, aunque sus criterios no fuesen del todo entendidos ni siquiera por su propio amigo Pablo VI. Logró que en su Florencia se iniciase el proceso de paz franco-argelino, así como el principio de las negociaciones para poner fin a la guerra del Vietnam. Se plantó delante del Kremlim para cuestionar el ateísmo y sus afirmaciones le ganaron la consideración y amistad de Kruschef.

Profesor universitario, nunca escondió su fe y la defensa de la persona humana frente a los regímenes totalitarios, tanto desde sus actitudes más personales: donanba su sueldo y su ropa a los más desfavorecidos, rechazó las armas de sus guardias, oraba por los fascistas, ayuó a salvar a hebreos; como en su elección de la política en servicio de los demás, dejando a un lado su amada vocación de contemplativo o. por mejor decir, realizando el seguimiento de Cristo de este modo activo y comprometido.

Su vuelta al cristianismo emergió al abrigo de la leve circunstancia de repartir paquetes a un monasterio y escuchar las oraciones a escondidas como “la intuición de algo que está más allá”. Su vida se fraguó en la disciplina del trabajo y el estudio, de la escritura y los sueños de una Italia sin horizontes estrechos.

Toda su fuerza, toda su pasión nacía de la convicción de que Cristo ha resucitado y de las consecuencias de este hecho: ¿Cuál sería su modo de ver las cosas, cuál sería la esperanza aun contra toda esperanza?

Nacido en Pozzallo, Sicilia, el 9 de enero de 1904, fallecido en Florencia, el 5 de noviembre de 1977, Giorgio La Pira logró imponerse en la escena nacional e internacional por sus iniciativas a favor de la paz entre los pueblos y por una convivencia humana más justa.

Político, místico, imprevisible, ingenuo, soñador, su testimonio nos desnuda de las excusas tras las que nos justificamos para seguir creyendo que “no se puede hacer nada” y continuar la inercia de la mediocridad.

“La Iglesia no tiene otra cosa que anunciar: fuera de esto no le queda más que el polvo, pero este hecho es el que cambia radicalmente la historia que revela al hombre su misterio, que siembra en el mundo semillas de resurrección. Toda la evolución cósmica e histórica posee un punto central fijo, permanente: el cuerpo resucitado de Cristo”.

 

Agosto 2016