ARTE, POEMAS E IMÁGENES

La llamada del apóstol Mateo
de James Lasdun

No a la manera congelada y abrupta
en la mirada que un pintor ha impuesto,
Cristo en el umbral al señalarlo, el rostro de Mateo
iluminado en su perplejidad, la pátina, el goteo
de toda una vida en un despacho,
resquebrajada por la descarga de su eleccción súbita,

sino con el paso de los años, paulatino,
insinuado, una curva invisible;
un sesgo constante que favorece siempre
en retrospectiva aquello a lo que se renuncie
frente a lo que se conserve, la sortija de sello
de oro depositada en el plato de un mendigo,

el ojo que no comprende totalmente a la mano,
no todavía; el damasco heredado que se arroja al pasar
a un desconocido, la montura ceremonial
(monedas dobladas, trituradas nubes de perla taraceada),
el leal obsequio en irresistible impulso a un sirviente.
Donde antes estuvo ha quedado

un vacío en forma de montura que se desborda
breve, oscuramente... Damajuanas,
cavas de vino, y luego, conforme el impulso se afianzaba
en un hábito, el hábito en una necesidad acendrada,
la necesidad en una compulsión, la totalidad de los viñedos,
la tierra misma, los huertos, los rebaños, la casa toda,

obsequiados, de cada objeto
el ahuecado vacío que se iba haciendo así
cada vez más vívido que la cosa misma, y
como si la renuncia misma diera llanamente
densidad al poseer; como si
hubiera vislumbrado en el dejarlo todo, el secreto

incólume de un paria, la posesión
inversa... Y sólo entonces, casi superflua, la figura
da un paso suavemente hacia la puerta
de la habitación; familiar casi, anticipada,
recibida con calma, relajada, como a alguien
a quien se ha esperado un largo tiempo, y que llegó.

 

Un poema cinematográfico


Imaginemos que Pier Paolo Pasolini (El Evangelio según San Mateo) hubiese llevado a la pantalla el poema de James Lasdun. El filme comienza con la escena del cuadro pintado por El Caravaggio: Mateo con sus amigos y tinterillos están absortos contando las monedas. Jesús se presenta de pronto y hace el gesto que plasma el pintor en su lienzo. Tres de los personajes se sorprenden y salen de su absorción en la contabilidad, otros dos siguen con la atención fija en las cuentas. Mateo es el más sorprendido, se señala como diciendo: «¿Qué, seré yo? ¿Me señalas a mí?». En ese momento la acción se congela tal como aparece en el cuadro y empiezan a correr los créditos de la película con esa escena de fondo.

Al terminar los créditos, la acción se reanima para dar paso a una combinación de flashback y de flashforward que introducirá una serie de escenas de la vida placentera del publicano Mateo y sus amistades. A partir de ese momento, la película presenta una serie de episodios en la vida del recaudador de impuestos que va transformándose lentamente en discípulo de ese hombre que entró sorpresivamente en su despacho.

El guion de estas escenas está condensado poéticamente en las cuatro estrofas centrales del poema. El espectador va contemplando el lento, constante, indefectible itinerario del discípulo, cómo va haciendo en su vida un vacío que será colmado por su identificación con el maestro de Galilea. Toda una vida para hacer crecer la dicha inmensa de su amistad con Jesús a cambio del afán por las riquezas que va dejando atrás.

Hemos seguido a Mateo en su tenaz itinerario. La película llega a su fin. Volvemos a la escena inicial que reproduce de manera congelada el gesto sorpresivo de Jesús al señalar a Mateo y el gesto de sorpresa de éste señalándose al pecho. La acción se reanima otra vez, entonces Mateo se levanta, camina pausadamente con decisión hacia la puerta y acoge a ese hombre a quien se ha esperado un largo tiempo, y que llegó. [F. Q.]

* James Lasdun (Londres 1958) ha publicado dos colecciones de cuentos y dos libros de poesía, y ha colaborado como guionista de cine. Este poema fue publicado en Letras Libres (mayo 2000) en versión de Carlos López Beltrán y Pedro Serrano.

* El cuadro del Caravaggio, magnífico, se puede ver en mejor resolución (aquí)

 


Noviembre 2012