TESTIGOS DE CRISTO

Juan XXII: Pensamientos


 

 

 

Con motivo de la canonización del papa Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli, Sotto il Monte, Bérgamo, Lombardía, 25 de noviembre de 1881 - Ciudad del Vaticano, 3 de junio de 1963) ofrecemos estos pensamientos, precedidos por su presentación al asumir como Patriarca de Venecia el 15 de marzo de 1953.

 

 

Me presento humildemente a mí mismo. Como cualquier otro hombre que vive aquí abajo, gozo de una buena salud física y tengo un poco de buen sentido que me ayuda a ver pronto y con claridad las cosas. Con una disposición al amor de los hombres que me mantiene fiel a la ley del Evangelio, respetuoso de mi derecho y del de los demás, y que me impide hacer el mal a nadie y me impulsa a hacer el bien a todos. Vengo de gente humilde y fui educado en una pobreza gozosa y bendita, que tiene pocas exigencias y que favorece el florecer de las virtudes más nobles y elevadas, y prepara a las sublimes ascensiones de la vida. La providencia me sacó de mi pueblo natal y me hizo recorrer los caminos del mundo en Oriente y en Occidente, acercándome a gente de religión y de ideologías diversas, en contacto con problemas sociales arduos y amenazadores, y conservándome la calma y el equilibrio de la investigación y de la apreciación. Siempre me he preocupado, salvo la firmeza de los principios del credo católico y de la moral, más de lo que une que de lo que separa y suscita contrastes... No miren a su patriarca como un hombre político o un diplomático: busquen al sacerdote, al pastor de almas, que ejercita entre ustedes su oficio en nombre de nuestro Señor.

 

♦ Dejemos las cosas como hayan ido hasta ahora, bien o mal, y empecemos inmediatamente una nueva partida. (1.4.1903)

♦ La sonrisa habitual que aflora a los labios debe saber ocultar la lucha interna, tremenda a veces, del egoísmo, y representar, cuando fuere necesario, las victoria del espíritu sobre los movimientos del sentido o del amor propio, de manera que Dios y mi prójimo tengan siempre la mejor parte de mí mismo. (10.8.1914)

♦ Nuestros muertos son invisibles, pero no están ausentes. Sus ojos, llenos de luz y de alegría, sonríen a los nuestros repletos todavía de llanto. (2.8.1935)

♦ La verdad está en Dios como en su fuente. Dios es todo verdad, y Jesús, el Verbo divino, lo dijo bien: Yo soy la verdad. Semejante declaración sería digna de un loco si no hubiera salido de los labios de un Dios hecho hombre (27.11.1940)

♦ Está claro que nunca podremos sentirnos satisfechos de nosotros mismos. Pero cuando este descontento nos lleva más bien a la tristeza que la confianza, indica que hemos caído o en un exceso o en un defecto, que nos hemos pasado o no hemos llegado. Hay que hacer un alto: recogernos en silencio y reemprender nuestro camino con paso normal, y no contristarnos. (24.2.1947)

♦ Mirar a los demás con el corazón es el mejor modo de comprenderlos y de evitar la tentación de adularlos para poderlos engañar. (26.7.1953)

♦ Lo sublime del Evangelio no es el torrente que pasa y llena con su gran voz los ecos de las montañas por las que se precipita, sino el río tranquilo, siempre con aguas abundosas y admirable por su majestad; no es el estallido del rayo al que sigue la tempestad, sino el difundirse gradual y plácido de la luz serena, que camina a su paso hasta que inunda los cielos y la tierra. (15.2.1956)

♦ Todo sirve. El cielo, la tierra, la historia del pasado, la situación actual, lo que sucede a nuestro alrededor; todo puede servir para dar un poco de suavidad a la vida y elevarnos así continuamente hacia el Autor de la misma vida, hacia aquel a quien se lo debemos todo. (10.1.1959)

♦ Atención. La fe en la que has nacido y crecido no es una fábula ni un invento. Tiene una antigüedad de siglos, y Jesús la confirmó con su doctrina de caridad, de perdón y de abnegación de nosotros mismos, para que todos nos consagremos a la misma obra de Cristo, que es auténtica y elevadísima civilización. (3.3.1960)

♦ Jesús no nos dijo: “Aprended de mí, que soy Hijo del Padre celestial”. No nos enseñó a crear el cielo y la tierra, o a revestir el son de su mando de fulgor, sino a ser mansos y humildes de corazón. Este es el fundamento mismo de la bondad. Compenetrándonos con ella avanzaremos por el camino más seguro para superar los obstáculos y las miseria de la existencia terrena. (20.3.1960)

♦ Toda la historia del mundo nos enseña que la única felicidad auténtica es la del corazón, y que el gozo íntimo y profundo que nace de ella podemos conservarlo intacto aun en medio de los más agudos sufrimientos. (26.2.1961)

♦ La sencillez no tiene nada que contradiga a la prudencia, ni viceversa. La sencillez es amor, la prudencia, pensamiento. El amor ora, la inteligencia vigila. Conciliación perfecta. El amor es como la paloma que gime; la inteligencia activa es como la serpiente, que nunca cae a tierra ni tropieza, porque va palpando con su cabeza todos los estorbos del camino. (13.8.1961)

♦ Al final del viaje, cuando el ángel del Señor nos anuncia que el recorrido ha terminado, se cierra la puerta del tiempo, pero en el mismo momento se abre la de la eternidad y comienza la verdadera vida, sin lutos ni lágrimas ni ocasos, en la luz y en la felicidad eterna de Dios. (15.11.1961)

 

* Juan XXIII, Mensaje espiritual. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1979

 

Responsable de la publicación: Francisco Quijano OP

 

 

Mayo 2014