EVANGELIO DOMINICAL

Domingo de Resurrección


Lecturas: Hechos 10,34.37-43 / Colosenses 3,1-4 / Juan 20,1-9

Botón homilético: Francisco Quijano

• «Una presencia en modo de ausencia». Así puede calificarse este episodio. María corre de madrugada al sepulcro, no ve nada de lo que esperaba ver, ni siquiera entra al sepulcro, solo ve que está abierto.

• María puebla con su imaginación esa percepción vacía y corre a comunicarla: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». ¿De dónde o cómo dedujo esa consecuencia?

• Llegan al sepulcro Simón Pedro y el discípulo amado. Este mira desde fuera los lienzos. Pedro entra y ve los lienzos y el sudario. No ven nada más. Su expectativa de ver algo más se frustra. Vacío, ausencia.

• Entra por fin el otro discípulo y ve lo mismo que ya había visto: lienzos. De él dice el evangelista: «Vio y creyó». ¿Qué fue lo que vio? Ausencia. María no había visto nada porque no entró al sepulcro. Pedro y él vieron un sepulcro abierto, unos lienzos, un sudario. Ausencia.

• ¿Qué fue lo que creyó el discípulo amado? Creyó en una presencia en modo de ausencia. No tuvo un encuentro con el Resucitado. A él y a Simón Pedro solo se les encendió el entendimiento para comprender las Escrituras. ¿Cómo fue eso?

• Este relato de resurrección del Señor Jesús es sorprendente porque no refiere ningún encuentro con él. Tampoco sugiere que hubo una deducción al modo de: puesto que el cadáver no está en la tumba, debe estar en otra parte, como supuso María.

• El relato dice que el otro discípulo «vio y creyó». Creyó no por ver a Jesús presente, sino porque lo vio todo de golpe: la vida de Jesús, su trato con él, lo que compartieron en Galilea, su muerte, todo lo vio bajo otra luz, la luz de la fe en el Dios de la Vida.

• Varios pasajes de la Escritura, que no cita el Evangelista, declaran que Dios es un Dios de la Vida. Dice así el Salmo 16, que forma parte de la liturgia de Pascua:

«Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción».

• Los relatos de encuentro con el Resucitado tienen dos referencias clave: las Escrituras y su interpretación, y el hecho de que Jesús comparte con sus discípulos una comida, como lo había hecho antes de morir.

• Todo ello apunta a un itinerario de fe que va integrando las experiencias vividas con Jesús, su pasión y muerte, lo que él anunció acerca del final de su vida, el sentido de las Escrituras y, finalmente, su presencia viva en condiciones que sobrepasan las expectativas humanas.

• ¿Cómo es posible llegar a esa convicción de que Jesús ha resucitado y vive? Todas las experiencias vividas con él antes de morir y su muerte misma quedan transformadas por el don del Espíritu, todo se arma y cobra sentido como un rompecabezas.

 

Lecturas: Hechos y Colosenses

• Pedro predica en casa de un capitán romano llamado Cornelio. Había tenido una visión extraña cuando se presentaron unos enviados de Cornelio, que había tenido a su vez otra visión, para concertar una cita en casa de su jefe.

• Por vías providenciales va a suceder algo extraordinario en casa de un pagano que era, además, oficial del Imperio que ocupaba Cesarea. Lucas quiere dejar sentado que Dios conduce misteriosamente sucesos que a ojos humanos parecen fortuitos.

• La predicación de Pedro en casa de Cornelio, escuchada por él y toda su familia, es un resumen preciso de las primeras predicaciones apostólicas. Contiene lo esencial de la fe en Jesús Resucitado.

• La lectura de hoy omite los efectos de este anuncio que son importantes porque replican la efusión del Espíritu, que los judíos y los prosélitos de la diáspora recibieron en Pentecostés, pero ahora son los paganos quienes lo reciben. Dice así el relato:

• «Pedro no había acabado de hablar, cuando el Espíritu Santo bajo sobre todos los oyentes. Los creyentes convertidos del judaísmo se asombraban al ver que el don del Espíritu Santo también se concedía a los paganos» (10,44-45).

• La Carta a los Colosenses dice con economía de palabras el misterio que se halla latente en quienes creen en Cristo y han recibido el bautismo: viven ya desde ahora con Cristo resucitado en la gloria de Dios.

• Pero esta vivencia es oculta, no se manifestará plenamente sino cuando el propio Cristo se manifieste plenamente. ¿Cómo se vive esta vida oculta con Cristo en Dios? Por el don del Espíritu Santo, por la fe, la esperanza y el amor, que es el modo de presencia de Dios en nosotros.

 

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Reflexión: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: A los primeros discípulos les costó creer en la resurrección del Mesías. - Jerusalén, año 100: Los primeros discípulos llegaron a creer porque aceptaron la llamada invisible de Dios, sobre todo cuando volvieron a Galilea.

• Sentido El Evangelio trata del “Sepulcro vacío”. En el texto se pueden distinguir tres partes:

• María en el sepulcro; su anuncio a dos discípulos (20,1-2). Ha comenzado el nuevo día, el primero de la semana: es el Día del Señor, en que comienza la nueva época de la historia, el tiempo mesiánico. El sepulcro vacío muestra que Jesús no ha quedado prisionero de la muerte. María Magdalena no espera inicialmente la resurrección; ella se alarma y lleva la noticia a los otros dos discípulos. Lección: María Magdalena se ha acercado al sepulcro donde ha sido enterrado el Nazareno; no lo puede olvidar; lo sigue amando más que a nadie.

• Los dos discípulos en el sepulcro (20,3-8). Pedro y el “discípulo ideal” tampoco esperan la resurrección. Corre más rápido el “discípulo ideal”, porque él no negó a Jesús; sin embargo, este discípulo deja que Pedro entre primero en el sepulcro. Quienes experimentan el amor de Jesús comprenden las señales: ven el sudario aparte, en orden, y creen. Moraleja: Dios no suele hablar en medio del bullicio del fanatismo religioso.

• Razón de la incredulidad (20,9). La falta de fe en la resurrección se debe a que los dos discípulos no han visto en la Escritura un testigo de Jesús (Jn 5,39; Is 26,19-21). El “discípulo ideal” comprendió la resurrección al ver las señales, aun sin haber entendido el texto de la Escritura. Lección: Si no ponemos, cuanto antes, a Jesús en el centro de nuestras comunidades, nunca experimentaremos su presencia en medio de nosotros.

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