EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 4º durante el año


Lecturas: Sofonías 2,3; 3,12-13 / I Corintios 1,26-31 / Mateo 5,1-12

Botón homilético: Francisco Quijano

• Manifiesto: (en una de sus acepciones) es un escrito en el que se hace pública declaración de doctrinas, propósitos o programas. Manifiesto: eso es la declaración de dicha, felicidad, bienaventuranza, que hace Jesús en una colina en los bordes del Lago de Galilea. Él lo proclama, no lo escribe.

• Así hay que entenderlo, no como una exhortación moral, sino como una declaración que le da un vuelco total a las expectativas humanas de felicidad. Es uno de los hitos del progreso humano en la Cronología del progreso de Gabriel Zaid. ¿Qué dice este Manifiesto acerca de la Felicidad?

• Contrariamente a otros, no es una ideología (doctrina), ni un proyecto (propósito), tampoco una estrategia (programa). Es una declaración de dónde se encuentra la dicha, cuál es el sentido de la vida, en qué consiste la felicidad.

• Ante una declaración como esta, lo que corresponde es abrir de par en par mente, corazón, sensibilidad, para acogerla como luz que ilumina nuestra vida y el destino de la humanidad.

• Nuestro destino es llegar a gozar la felicidad de Dios: a eso se le llama bienaventuranza última, bienaventurados son quienes ya gozan para siempre la felicidad de Dios.

• La declaración de Jesús en la colina del lago de Galilea es esa felicidad tal como Dios nos la comunica, porque la felicidad es don, a quienes caminamos en esta tierra. Esa es la razón de que sea una felicidad vivida en condiciones paradójicas: «Felices los que lloran, porque serán consolados… los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados…».

• Jesús vivió la tensión de esa Felicidad que es Dios: en un extremo, su intimidad con su Padre, Abba, a quien llevaba en su corazón; en el otro extremo, su solidaridad con una humanidad desgarrada que llevó inscrita en su cuerpo.

• Vivir las bienaventuranzas en la tierra es estar ya en sintonía con la felicidad de Dios más allá de esta tierra. Pero estar en esa sintonía, cargando el yugo pesado de las desgracias humanas en este valle de lágrimas, yugo del cual Cristo nos liberó y nosotros hemos de esforzarnos por liberarnos y liberar a los demás.

 

Lecturas: Sofonías y I Corintios

• Sofonías es contemporáneo de Jeremías y vivió en cierto modo a su sombra; ambos profetizaron durante el reinado de Josías (640-609 aC). Sus oráculos principales son, probablemente anteriores a la reforma religiosa de 622 aC. Las palabras de Sofonías están en sintonía con la declaración de las bienaventuranzas evangélicas.

• El comienzo de esta Carta de san Pablo, en el que reprocha a los corintios sus divisiones, es también una declaración en consonancia con las paradojas de las bienaventuranzas, que muestran cómo los designios de Dios se cumplen a contracorriente de los designios humanos.

• «¡Mírense! –les dice– entre ustedes no hay muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles; al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale».

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Jesús anuncia el Reinado de Dios, en el cual no habrá enfermedades, injusticias, hambre, sufrimiento ni opresiones. - Antioquía (Siria), año 80: El Reinado de Dios, anunciado por Cristo, es para todos, y exige superar lo que se opone a la fraternidad entre los seres humanos.

• Sentido El Evangelio contiene “las bienaventuranzas” (según San Mateo), que son como el programa del Nazareno. Algunos las denominan "El proyecto de la Nueva Alianza". En el texto pueden destacarse, entre otros, estos aspectos:

• La figura de Jesús (5,1-2). Cristo es presentado como el nuevo Moisés, que enseña la nueva ley de Dios ("Sube a la montaña"), y como el Maestro de la nueva sabiduría, que muestra el camino hacia la felicidad de todos ("Se sienta").

• Condición fundamental (5,3). Los pobres en espíritu, o con espíritu, es decir, no los pobres obligados, sino quienes eligen ser pobres, optan por una vida sencilla. Ellos no tienen el ideal de ser ricos, porque esto cuesta sacrificio a muchos.

• Compromisos de Dios (5,4-6). Las tres siguientes bienaventuranzas subrayan que el amor de Dios se ha acercado ya en el presente. Quienes las experimentan no son dichosos porque sufren, sino porque el Reinado de Dios ha llegado, y eso es una buena noticia para ellos. Les da confianza. Lección: El Reinado de Dios, que se les promete a los pobres, a los sufridos, a quienes lloran, a los hambrientos y sedientos, a los pacificadores, no es única y exclusivamente la salvación en el más allá, sino su iniciación en el más acá de este momento.

• Actitudes de los seguidores de Jesús (5,7-9). Las otras tres bienaventuranzas declaran herederos del Reinado de Dios a quienes cultivan la misericordia y propician el crecimiento de los otros en la comunidad, y son artesanos de la paz, abiertos al mundo entero. Moraleja: Cuando Jesús proclama el Reinado de Dios, simultáneamente sanaba a los enfermos, daba vista a los ciegos, saciaba a los hambrientos y resucitaba a los muertos.

• Conclusión (5,10-12). La persecución, bajo distintas formas, es consecuencia de la opción por humanizar la tierra y por anunciar el Evangelio. Mensaje: La dimensión última y global de las bienaventuranzas es un sentido profundo de pobreza, que permite descubrir más fácilmente la riqueza de los dones de Dios. Por eso, nos acercamos a Dios con indigencia y sin soberbia, para dejarnos llenar de Él.

Semana IV: lunes (aquí)