TESTIGOS DE CRISTO

Tres pensamientos a propósito de la Pascua
Agustín - Crisóstomo - Antigua Homilía

Jueves Santo – Celebración de la Cena del Señor: Juan 13,1-15

⦁ «Yo recibí del Señor lo que les he transmitido». Recibir, transmitir. ¿Qué recibió Pablo? ¿Qué transmitió? El Memorial de la Cena del Señor.

⦁ «Memorial»: acción simbólica cuya realidad es la donación de Jesús hasta la muerte, de la cual brota la plenitud del amor y de la vida. Eso nos toca recibir y transmitir.

San Agustín, citando el libro de los Proverbios (23,1): «Si te sientas a comer en la mesa de un señor, mira con atención lo que te ponen delante, y pon la mano en ello pensando que luego tendrás que preparar tú algo semejante», dice lo siguiente:

«Esta mesa de tal Señor no es otra que aquella de la cual tomamos el cuerpo y la sangre de aquel que dio su vida por nosotros. Sentarse a ella significa acercarse a la misma con humildad. Mirar con atención lo que nos ponen delante equivale a tomar conciencia de la grandeza de este don. Y poner la mano en ello, pensando que luego tendremos que preparar algo semejante, significa lo que ya he dicho antes: que así como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos».

• Giotto di Bordone (1267-1337) Jesús lava los pies a Pedro, 1305 – Fresco de la Capilla de los Scrovegni, Padua

 

Viernes Santo – Celebración de la Pasión del Señor: Juan cc. 18-19

⦁ «Jesús dijo: "Todo está cumplido" e inclinando la cabeza, entregó el espíritu». La cruz es el cumplimiento de la donación de Cristo.

⦁ El último aliento de vida de Jesús es el primer aliento de vida de la humanidad: él entregó su espíritu por amor a nosotros, nosotros recibimos su Espíritu de Amor.

San Juan Crisóstomo: «¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio, uno de los soldado se acercó con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de le eucaristía.

No quiero, amado oyente, que pases con indiferencia ante tan gran misterio, pues me falta explicarte otra interpretación mística. He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la eucaristía. Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: con el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado ambos del costado. Del costado de Jesús, pues, se formó la Iglesia, como del costado de Adán fue formada Eva».

• Fra Angelico (1395-1455):  Jesús herido por la lanza, 1450 – Fresco de Convento de San Marcos, Florencia

 

Domingo de Pascua – Celebración de la resurrección del Señor: Juan 20,1-9

⦁ «Cristo ayer y hoy, principio y fin, Alfa y Omega». Así comienza la Vigilia Pascual. Esta noche pedimos: «Por tus santas llagas gloriosas, guárdanos, Señor».

⦁ ¿Qué son esas llagas gloriosas? Jesús vivió lo más sórdido de la humanidad, cargó con todo lo malo que nos agobia y con nuestra muerte para triunfar sobre ellos.

⦁ Llagas gloriosas que son el trofeo de su victoria: nuestra historia sórdida glorificada por su amor. El amor, a través de la muerte, alcanza la gloria de la victoria.

De una Homilía antigua: «Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo» (Efesios 5,14).

«Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo, por ti y por todos estos que habían de nacer de ti; digo ahora, y ordeno a todos los que estaban en cadenas: ¡Salgan!, y a los que estaban en tinieblas: ¡Sean iluminados!, y a los que estaban adormilados: ¡Levántense!

Yo te lo mando: ¡Despierta, tú que duermes!; porque yo no te he creado para que estuvieras preso en la región de los muertos. Levántate de entre los muertos; yo soy la vida de los que han muerto. Levántate, obra de mis manos; levántate, mi efigie, tu que has sido creado a imagen mía. Levántate, salgamos de aquí; porque tú en mí y yo en ti somos una sola cosa.

Levántate, vayámonos de aquí. El enemigo te hizo salir del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celestial. Te prohibí comer del simbólico árbol de la vida; mas he aquí que yo, que soy la vida, estoy unido a ti. Puse a los ángeles a tu servicio, para que te guardaran; ahora hago que te adoren en calidad de Dios».

• Fra Angelico: Cristo visita a los muertos, 1450 – Fresco del Convento de San Marcos, Florencia